La Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Rumanía y el Instituto Cervantes de Bucarest organizan este lunes a partir de las 17:30 horas una tarde de cine venezolano.

Los dos largometrajes del programa tendrán lugar en la Sala de Proyecciones del Instituto Cervantes, Bd. Regina Elisabeta 38. La entrada cuesta 7 RON.

- Programa:

17.30 horas:

Tocar y Luchar – documental, v.o. italiano, francés, español, inglés, con subtítulos en español

Director : Alberto Arvelo, Venezuela, 2005, 117 minutos

“Tocar y Luchar” es un film documental que se adentra en las entrañas del proyecto orquestal y social más importante de las últimas décadas: el Sistema de Orquesta Juveniles e Infantiles de Venezuela. “Tocar y Luchar” es la historia de un sueño musical que actualmente agrupa a más de doscientos cuarenta mil niños y jóvenes en Venezuela y otros miles en América Latina.

Como si se tratara de una sinfonía, “Tocar y Luchar” es llevada de la mano por algunos de los más celebres directores y músicos de nuestros tiempos, Claudio Abbado, Sir Simon Rattle, Plácido Domingo, Giuseppe Sinopoli, Eduardo Mata, entre otros.

“Tocar y Luchar” cuenta la fascinante historia de 6 niños venezolanos y su amor por la música; una historia que manifiesta: “solo quien sueña logra lo imposible”.

19:30 horas:

Una casa con vista al mar - largometraje de ficción, 93 minutos, v.o. español con subtítulos en inglés

Director: Alberto Arvelo, (Canada, Venezuela, Francia)

Tomás Alonso es un campesino que vive en la inmensa soledad de un valle hundido en mitad de estepas y páramos. Es un hombre digno y sereno, a la manera de un árbol solitario. Sólo a veces, sólo ciertas tardes, Tomás toca el violín. El día de lluvia en el que el violinista entierra a su mujer en compañía de su hijo Santiago, de doce años, tras su vuelta a casa, Tomás y su hijo buscan la única fotografía de su esposa, un retrato realizado en su juventud, donde posa cándidamente en las orillas soleadas del mar. Esa noche, frente al fuego de la cocina, ambos se juran valentía, como dos soldados arcaicos que emprenden una batalla contra la soledad. Obsesionado con la fotografía de su madre en el mar, Santiago le pide a Tomás que hable de ese lugar, que le diga si hay bueyes o no en los mares. El violinista, que nunca ha estado fuera de las montañas, le inventa el mar que imagina, un lugar imposible, ingenuo y magnífico. Así, Tomás Alonso y Santiago comienzan a crear un mundo a la medida de ellos mimos, y día a día van edificando una suerte de mitología, de instantes, de lugares: hablar del mar cada madrugada mientras aran; cortar el trigo y tomar café las tardes de lluvia; inventarse una valentía sin ejércitos ni enemigos, preguntarse cómo serán los bueyes en el mar.