​Eugeniu Chirca, el último superviviente de la resistencia anticomunista de Rumania que fue arrestado durante el proceso de sovietización del país de la Europa del Este iniciado en 1945 tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y pasó ocho años entre las cochambrosas cárceles de la época, murió a los 93 años el pasado domingo en su casa situada en el pueblo de Cosesti, en el sur de Rumania, ubicada a 140 kilómetros de Bucarest.

El movimiento rumano que se opuso a la instalación de la cúpula comunista en el poder, que duró de 1949 a 1958, destacó por ser el más longevo de la Europa Oriental, y Chirca, que nació en la humilde aldea de Nucsoara, incrustada en las estribaciones de los montes Cárpatos, formó parte de este grupo que combatió contra los nuevos líderes que instauraron inmediatamente un régimen de terror y que acabó con el fusilamiento del sátrapa Nicolae Ceaușescu el día de Navidad de 1989, publica el diario El País.

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