Ana trabaja algunos días desde las cinco de la madrugada a las 21 de la noche con una hora de pausa para comer. Acepta la entrevista sólo bajo la condición de cambiar su nombre porque le da miedo perder su trabajo. A medida que explica su vida como trabajadora en un taller textil insiste en una pregunta: “¿Y si lo dejo, adónde puedo ir?”. Tiene 35 años y trabaja en una fábrica de Chișinău. Como ella, miles de mujeres de Moldavia sufren jornadas de más de diez horas en talleres que producen básicamente para conocidas marcas extranjeras como Versace, Dolce Gabana, Nike, Armani, Zara, Primark, Naf Naf, Calvin Klein, relata la periodista Corina Tulbure del diario Público.

Prin ChisinauFoto: HotNews.ro / Victor Cozmei

“En principio el horario es desde las 7 a las 16, pero como cobramos en función del número de piezas que entregamos, la mayoría de las mujeres se queda hasta mucho después de las 16. Y hasta vienen a trabajar los fines de semana”.

En general, las trabajadoras de la industria textil son contratas por el salario mínimo, unos 2.000 lei moldavos netos, 100 euros. Ana aclara que incluso este exiguo sueldo está supeditado a acabar un numero mínimo de encargos que muchas veces implica sobrepasar la jornada laboral. “Al principio se pagaban las horas extras, ahora no. Es obligatorio estar disponible y acabar los pedidos.

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