​La prensa internacional se hace eco de la noticia del príncipe que mató a Arthur el que, según los ecologistas, era el oso más grande de Rumania. Al parecer ¨el principito¨ había recibido licencia para cazar a una osa que merodeaba por las granjas de la zona y que las autoridades ofrecieron al mejor postor por 7.000 euros, pero "el principito" acabo haciendo su santa voluntad y matando a un macho alfa, mejor cotado como trofeo, al parecer existe un ranking de trofeos y un macho vale 600 puntos, lo cual no tenía nada que ver con la historia oficial.

ursul ArthurFoto: Agent Green

Probablemente al matarlo recibió los correspondientes aplausos de la asociación de caza que lo permitió y autoridades que por hacerse la foto con algún miembro de cualquier realeza son capaces de dejar que dispare a su madre.

No es el primer miembro real que pone a prueba su hombría en Rumania, nuestro Juanca también venia a los montes rumanos a pegar tiros a los osos. Seguramente nada pasará aparte del escándalo en la prensa y la indignación ciudadana y otros principitos, aburridos de su vida de privilegios y de sentirse inútiles, mostraran sus talentos disparando a lo que les de la ¨real gana¨ alimentando esa red de cazadores furtivos, formada por empresarios dudosos y realezas varias, que utilizan ese dinero que al parecer les sobra, para alimentar su ego a base de pegar tiros a bichos.

No el oso o que cada vez más animales salvajes bajen a zonas pobladas a comer al quedarse sin bosques es el problema sino los privilegios y los privilegiados. Hace años que los bosques rumanos y sus recursos naturales se venden al mejor postor, al que tiene el privilegio de poder pagar, las autoridades a su vez se venden por fotos y cheques para formar parte de esos mismo privilegiados que les untan y miran al otro lado.

Los que compran los bosques deciden construir hoteles de lujo y casas en lugares privilegiados, para tener vistas privilegiadas para su cuenta privilegiada de Instagram y para que otros privilegiados con pasta se sientan aún más privilegiados al tomarse el café con vistas a lo que antes era un bosque y cada vez más es un complejo turístico de chalets privilegiados.

En su delirio privilegiado se les permite cualquier cosa, contaminar, disparar, y cualquier capricho que su privilegiado dinero pueda pagar. En este mundo de privilegiados en el que vivimos donde todo el mundo quiere serlo, se quiere destacar ser protagonista, famoso, influencer, tener objetos exclusivos y figurar nadie piensa que privilegiando.

Artículo de opinión de Talía Delgado, periodista española afincada en Bucarest y fundadora del primer portal sobre Rumania en español HISPATRIADOS.