​Esta semana, celebramos 90 años de la apertura de la primera Representación de Argentina en Bucarest. Sin embargo, el inicio de las relaciones bilaterales se remonta a 1880, cuando el entonces Rey Carol I envió una nota al Presidente argentino Nicolás Avellaneda, informando que Rumania era ya un país independiente. Por lo tanto, podemos hablar de 141 años de relaciones diplomáticas entre nuestros países. Nos referimos, por lo tanto, a una de las relaciones diplomáticas más longevas entre dos países separados por más de 12.000 km. Indudablemente, esta peculiaridad hace que la relación bilateral cobre una especial relevancia.

Felipe Alvarez de ToledoFoto: Hotnews

En el mundo globalizado del siglo XXI, crear lazos sólidos con los gobernantes y ciudadanos de otro país parece un proceso bastante común y sencillo, pero la verdad es que hace unos años no era tan simple. No obstante, hace más de 140 años, Argentina y Rumania se acercaron, y superando la barrera de la distancia, comenzó una relación entre dos países lejanos, aparentemente distintos, pero hermanados en la base de la latinidad común. Sin embargo, en aquella época, para los rumanos, Argentina podía parecer “el fin del mundo", el extremo más alejado del planeta, el lugar ideal para quien quisiera comenzar una nueva vida.

Hoy en día, sin embargo, el acceso a “ese extremo más alejado del planeta” es normal, y nadie se asombra cuando se supera -muchas veces en tiempo real- cualquier distancia o barrera que tradicionalmente dividía el mundo. Es realmente sorprendente que un mundo compuesto por tantas divisiones geográficas, políticas y culturales se comunique a cualquier hora, casi sin esfuerzo, para crear oportunidades de desarrollo mutuo.

Las naciones no están solas en el mundo, y la creciente interdependencia entre los países es ahora un proceso innegable e inevitable. ¿A quién le debemos esta realidad? Seguramente a la historia, que tiene mucho que ver. Lo que la historia nos enseña es que hasta los pueblos más alejados unos de otros logran superar la distancia y llegan a compartir ideas, experiencias, incluso costumbres, así como productos característicos de cada uno.

Los intercambios de bienes, mercancías y servicios se han producido siempre, pero los años posteriores a la Guerra Fría han sido tiempos de rápido cambio, porque cuando surgieron nuevas tendencias y nuevas tecnologías en la economía y la política mundial, se empezaron a intercambiar ideas a una velocidad impensada anteriormente. La comunicación se volvió la herramienta más poderosa de la que los gobiernos podían disponer. Y sigue siendo la realidad de hoy.

Por lo tanto, tener una conexión política, económica o cultural, hoy en día, es cuestión de tener la mente abierta, estar dispuesto a escuchar, con un espíritu de mutua cooperación. El esfuerzo es mínimo si lo comparamos con lo que estaba sucediendo hace décadas o siglos. Igualmente, cierto es que no pueden brindarse apoyo mutuo dos naciones que no conocen sus intereses comunes. El diálogo llega a dar fin a los eventuales bloqueos cuando las personas comparten los mismos valores fundamentales. La construcción de los distintos de los puntos de contacto, y la búsqueda del interés común en pos de acercar a los pueblos es una tarea que no es ajena a la función diplomática. Toda la experiencia acumulada, a través de numerosos encuentros diplomáticos en todos estos años, dan prueba de los frutos de nuestra relación bilateral.

Argentina y Rumania alcanzaron un consenso, porque albergan criterios comunes para la construcción de una sociedad mejor, consolidada sobre el orden democrático, el estado de derecho, y el respeto por los derechos humanos, y la diversidad. Entre los valores claves está la capacidad de reconocer, apreciar y valorar a los otros teniendo en cuenta que todos somos válidos.

Sin importar cuando haya comenzado la globalización, hay algo que es innegable: las fronteras ya no representan limitaciones. La creciente interdependencia entre los países del mundo genera una enorme oportunidad para el desarrollo económico y la conexión entre naciones. Nuestros países han desarrollado una fructífera relación diplomática, alimentada por numerosas Comisiones Mixtas, Consultas Políticas, Visitas presidenciales mutuas y reuniones de Alto Nivel. Hemos suscripto mas de medio centenar de acuerdos internacionales, cubriendo una amplia gama de intereses comunes. También, la Embajada Argentina en Bucarest ha impulsado el acercamiento de nuestras pueblos en la difusión de la cultura, impulsando la traducción al rumano de decenas de libros de autores argentinos, a través del “Programa Sur.

Ambos países comparten una apuesta firme por la democracia y sus valores, así como por la defensa del multilateralismo y el respeto del derecho internacional. Es indudable que somos pueblos amigos, con valores compartidos y una amistad basada en el respeto mutuo y la colaboración, y esto nos ha llevado a disfrutar de unas relaciones excelentes; Argentina y Rumania tienen el potencial y la voluntad para profundizar sus relaciones bilaterales.

Hemos hecho muchas cosas juntos, pero aún tenemos muchas más por hacer. Estamos con Rumania, hoy y siempre, trabajando para fortalecer aún más nuestra fructífera relación.

Felipe Álvarez de Toledo, embajador de Argentina en Bucarest.