Tras el Ausgleich de 1867, Hungría adquirió una autonomía igual a la austríaca en el seno de la Monarquía Dual, aunque su posición siguió siendo ambigua, tanto política (la capital se situaba en Viena y el emperador era austro-germano) como culturalmente (la lengua oficial era el alemán y la cultura húngara se sintió amenazada por la hegemonía de Austria). En respuesta a esta situación, las élites húngaras buscaron reafirmar su identidad nacional y los artistas se esforzaron en crear obras que reflejasen aquello que distinguía a Hungría en oposición a las tendencias vienesas contemporáneas, cuenta Carlos Basté en su blog Bucarestinos.

Urme ale civilizatiei unguresti la BrasovFoto: USER UPLOADED

En 1896, Hungría celebró los 1.000 años del asentamiento del pueblo magiar inaugurando la Exhibición del Milenio en el parque más grande de Budapest. El más importante de los edificios de la exposición, conocido como Castillo Vajdahunyad, diseñado por Ignác Alpár – inicialmente construido con materiales perecederos y, 10 años después, con materiales definitivos – se convirtió en un compendio de la arquitectura tradicional húngara. Por su parte, el arquitecto Lechner Ödön, uno de los más renombrados de su tiempo, que diseño para la misma exposición el Museo-escuela de Artes aplicadas (Iparművészeti Múzeum), trabajó con el objetivo de crear un estilo nacional inspirado en el Art Nouveau y en sus referencias orientalistas pues, de hecho, Ödön creía que la singularidad húngara residía, especialmente, en sus raíces asiáticas.

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