Unos sesenta mil rumanos se pronunciaron para elegir las “siete maravillas” de Rumania. Entre ellas se encuentran: El Conjunto Brancusi de Targu-Jiu, el Castillo de la Familia de los Corvin, la Fortaleza de Alba Iulia, las Fortalezas Dacias de los Montes de Orastie, el Palacio de la Cultura de Iasi, los Monasterios Pintados del norte de Moldavia y el Casco histórico de Sibiu.

Palatul CulturiiFoto: USER UPLOADED

El Conjunto de Targu Jiu, al sur de Rumanía, fue construido por el gran escultor rumano, Constantin Brancusi, en memoria de los héroes de la Primera Guerra Mundial. Integran este conjunto: La Puerta del Beso, la Vereda de las Sillas, la Mesa del Silencio y la Columna Sin Fin –ésta última es la obra central de la creación brancusiana y símbolo de los altibajos de la vida, pero también, de la ascensión a los cielos de las almas.

El Castillo de la Familia de los Corvin, en Hunedoara, al oeste de Rumanía, es la más imponente construcción medieval de Rumanía, y que conoció su máxima gloria en el siglo XV, fue visitado, el año pasado, por unos 160 mil turistas.

La fortaleza de Alba Iulia, en la provincia histórica de Transilvania, fue erigida entre 1714 y 1738 y tiene forma de estrella. El Complejo de las Fortalezas Dacias de los Montes de Orastie, en el centro del país, pasó a formar parte del patrimonio de la UNESCO como símbolo de la historia europea. En el centro del mismo, se encuentra la fortificación de Sarmizegetusa, que fue capital de Dacia, reino conquistado por los romanos, en el año 106, después de Cristo, y convertido en provincia del Imperio romano.

La ciudad de Iasi se enorgullece con el Palacio de la Cultura, la sede del Metropolitano Crtistiano Ortodoxo, la Iglesia de los Tres Jerarcas, construida entre 1637 y 1639, así como con el edificio de la Universidad, inaugurado en 1860.

Los Monasterios del norte de Moldavia, que también son patrimonio de la UNESCO, son famosos debido a sus pinturas murales, cuyos colores no envejecen y se conservan igualmente claros, como hace ahora cuatro siglos. De los mismos, cabe evidenciar ‘ el azul de Voronet , color cuyo secreto sigue sepultado en los tiempos, así como el verde de Sucevita.

La séptima maravilla, el Casco viejo de la ciudad de Sibiu, verdadera joya medieval, erigido por los colonos sajones, a partir del siglo XIII, fue designada en 2007, al lado de Luxemburgo, capital cultural europea.