"En la cárcel, una paliza era un lujo", contaba Ion Diaconescu, símbolo de la resistencia anticomunista de Rumanía y de la democratización del país, con su talante de hombre tranquilo y dialogador. Su vida expiró hace justo un año en Bucarest, a los 94 años, por problemas cardiacos pero su recuerdo se mantiene vivo.

Ion DiaconescuFoto: Agerpres

Nacido en 1917 en una aldea de la región de Arges, Diaconescu ingresó en las juventudes del conservador Partido Campesino, defendiendo a ultranza la democracia y la monarquía. Ello provocó su arresto en 1947 a manos de la Securitate, la temida policía política del régimen autoritario socialista.

El disidente pasó 17 años en diferentes prisiones rumanas a causa de sus convicciones políticas, entre la esperanza y el sufrimiento del gulag rumano en el que llegaron a perecer unas 10.000 personas. En una visita de Diaconescu a Washington, Bill Clinton lo abrazó sin dejarlo marchar durante 10 minutos, tras enterarse de su resistencia en los calabozos rumanos.

En 1957, protagonizó una huelga de hambre con otros compañeros de celda que duró 23 días, lo que motivó que el Ministerio de Interior de su país trasladara a 700 presos a otras penitenciarías. "Cuando comparo las cárceles comunistas con las de hoy en día, las de ahora se parecen más a una pensión", relató Diaconescu en sus memorias Prisión, el destino de nuestra generación.

Tras la caída del régimen estalinista de Nicolae Ceausescu en 1989, Diaconescu refundó el Partido Nacional Campesino Cristiano Democrático con quien compartió ideales y las mismas cárceles, Corneliu Coposu. Entre 1996 y 2000 ocupó la presidencia de la Cámara de Diputados dentro de la coalición de centro derecha de la Convención Democrática Rumana. En ese tiempo, vivió una alegría al alcanzar el poder pero, también, una nueva desilusión al derrumbarse rápidamente el Gobierno por las numerosas rencillas internas.

Desinteresado por el poder con una naturaleza pacífica y de consenso, Diaconescu cedió ante la nueva generación de su partido, que desencadenó la decadencia de una formación sin representación parlamentaria en la actualidad.

"Se trataba de una persona con la que se podía debatir. Pasará mucho tiempo hasta que se forme una nueva generación de políticos con la misma solidaridad y mismo credo sólido", manifestó Ion Iliescu, expresidente socialdemócrata y rival político.

Como parlamentario, Diaconescu promovió la reforma del Estado y la restitución de las propiedades confiscadas, así como la restauración de la monarquía. Quiso escribir una carta a los políticos horas antes de su muerte, pero su corazón se interpuso.