​La comunidad judía en Rumania no desapareció totalmente durante el Holocausto, pero el régimen comunista prolongó el sufrimiento mediante la "exportación" literal de esos ciudadanos, a cambio de animales o de maquinaria agrícola. Es un episodio oscuro de la persecución de los judíos en Europa, y una tragedia familiar que la periodista francesa Sonia Devillers destapa en un libro recién publicado, "Les Exportés" (Flammarion), relata AFP.

La familia maternal de Sonia Devillers se llamaba Deleanu, nombre rumano adoptado tras la Segunda Guerra Mundial por sus abuelos, que habían nacido bajo los nombres respectivos de Grunberg y Spitzer. Comunistas fervientes, luego caídos en desgracia, ambos abandonaron su país y prácticamente todos sus bienes en 1961, rumbo a París. La periodista, nacida en 1975, sabía que esa emigración, para huir de un país hundido en miseria por la dictadura, había sido un calvario. Pero no imaginaba el escándalo que se ocultaba detrás. "¿Qué otro país vendió sus judíos a cambio de cerdos?" se pregunta la periodista.

Secreto a cal y canto

Ignorada en Europa occidental, esta historia tampoco es muy conocida en Rumania. Los manuales de historia escolares apenas mencionan el papel del régimen fascista rumano durante el Holocausto. Rumania contaba con 750.000 judíos a finales de los años 1930. Después de la guerra ese número había disminuido hasta 350.000. Pero el drama no cesó con la llegada del comunismo.

La política secreta de exportación de judíos contribuyó a un triste goteo, y a finales del siglo XX solo quedaban 10.000 miembros de esa comunidad en el país. Este siniestro comercio se inicia en 1958. "Era un secreto a cal y canto en el seno del régimen, hasta el punto de que Nicolae Ceausescu, que llegó al poder en 1965, y que antes ya ocupaba un alto cargo en el partido, no sabía nada" explica Sonia Devillers a la AFP.

Inventarios de comercio

Las familias que salieron mediante este método de Rumania tampoco abordan el asunto. Devillers solo pudo basarse en los estudios del historiador Radu Ioanid, actualmente embajador de Rumania en Israel. "La génesis de este libro son los facsímiles de los archivos de la Securitate (policía polítca) que utiliza Ioanid: listas e inventarios de comercio. En esas listas aparece el nombre de mis abuelos", explica la autora. Esos archivos son traducidos al francés en el libro "Les Exportés".

Los ejemplos son elocuentes: a cambio de 131 animales, entre ellos "10 cerditos daneses" o "10 vacas Jersey", podrán salir del país 22 rumanos, con edades entre 3 y 73 años. Partirán rumbo a Israel o Europa occidental. El intermediario es un británico de origen húngaro, Henry Jacober, personaje misterioso que se lucra con esa trata de humanos. "No explico esta historia desde el punto de vista de un periodista, ni de una historiadora, ni tampoco pretendo hacer una investigación ni un documento histórico", estima la periodista.

"Para los hijos de exiliados hay una parte del viaje que no se cuenta nunca. Corresponde a los herederos que no han sufrido ningún trauma reconstruir ese viaje y rastrear en ese país donde no hemos nacido, en el pasado, y a menudo en una lengua que no hablamos, las verdades que fueron ocultadas".