Alexandra trabaja en el porno. Pero nadie la toca y lo que más ofrece a sus clientes es conversación. Como ella, cientos de rumanas jóvenes y con estudios han encontrado un trabajo muy rentable en el videochat erótico, un negocio que genera cientos de millones en el segundo país más pobre de la UE, publica el diarioLa Vanguardiaque recoge un reportaje escrito por el corresponsal de la Agencia EFE en Rumanía.

Esta modelo de 23 años, que está a punto de terminar la carrera de Derecho y habla cuatro idiomas, se pasa ocho horas al día en ropa interior delante de una cámara web charlando con hombres que pagan un dólar por minuto a cambio de conversaciones subidas de tono.

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