La lucha contra la corrupción en Rumanía está teniendo una consecuencia imprevista: la inversión se está desacelerando, ya que muchos funcionarios evitan aprobar proyectos para no ser el próximo objetivo de los investigadores. Los funcionarios y ministros que, de otro modo, los firmarían quizás a veces a cambio de sobornos, ahora vacilan. Incluso los funcionarios honestos temen llamar la atención de los fiscales y figurar en una larga lista de figuras públicas que están siendo investigadas, cuando no encarceladas.

Laura Codruta Kovesi, Traian Basescu si Livia Stanciu, la prezentarea Raportului de activitate a Ministerului Public pe 2011Foto: Agerpres

La mayoría de los observadores dicen que acabar con la corrupción traerá enormes beneficios a Rumanía, el segundo país más pobre de la Unión Europea. Por ahora, sin embargo, se está retrasando la inversión privada y la firma de contratos con empresas para llevar a cabo proyectos para el Estado.

La última víctima en la lucha contra la corrupción es el exministro de Hacienda, Darío Valcov, quien renunció el mes pasado después de ser acusado de aceptar sobornos. Los fiscales le encontraron más de 100 pinturas, algunas de Picasso y Renoir, así como lingotes de oro y dinero en efectivo escondido lejos en varios lugares, incluyendo su caja fuerte. Él niega acusaciones.

El jefe del organismo de control fiscal de Rumanía dice la ralentización de la toma de decisiones ha provocado el descenso en el gasto en inversión pública, el más bajo en siete años en relación al PIB. Los ejecutivos de negocios son renuentes a discutir abiertamente cuáles de sus proyectos se han mantenido, temiendo que al conocerse se produzcan aún más retrasos.

La corrupción ha costado muy caro a Rumanía en el cuarto de siglo transcurrido desde la caída del comunismo. Los datos recopilados por Reuters en base a las declaraciones de los fiscales muestran el problema. Las investigaciones realizadas en el 2014 indican que los sobornos pueden haber costado a las empresas estatales y privadas alrededor de un millardo de euros. Esto sería suficiente para construir 200 kilómetros de autopista en un país con una de las peores infraestructuras de Europa.

"El capital local se ha visto afectada por el capitalismo de amiguetes", dice Mihai Bogza, presidente del Consejo de Inversores Extranjeros de Rumanía y de Bancpost. "Es por eso que estamos muy contentos con la actual lucha contra la corrupción. Dicho esto, la lucha contra la corrupción viene mano a mano con el hecho de que muchos empleados públicos parecen ser muy reacios a asumir cualquier tipo de responsabilidad", agregó.

Según un estudio de la consultora A.T.Kearney del año pasado, Rumanía es la segunda mayor economía negra de Europa, después de su vecina Bulgaria. El estigma de la corrupción es en parte la razón por Rumanía, junto con Bulgaria, se mantiene fuera de la zona Schengen de la UE.