Es bastante comprensible cuando hay familias enteras que viven con 700 lei (150 euros). Los niños se ven obligados a trabajar, y la supervivencia se convierte en algo mas importante que ir a la escuela. El 75% de la población rural de Rumania vive en la pobreza, sin que las instituciones parezcan tener intención de tomar medidas para evitarlo, demasiado preocupadas en enriquecer a sus altos cargos y a sus contactos en el mundo privado, y mucho menos para invertir en la mejora de la escuela rural y favorecer que los niños puedan seguir los estudios en vez de ser obligados a ayudar a la supervivencia familiar, explica un Vallekano en Rumanía.

Los datos dicen que tres cuartos de los rumanos que viven en el medio rural lo hacen en condiciones precarias, y el 37% de estos, más de un millón de ciudadanos, trabajan sin salario o son pagados en especie a cambio del trabajo efectuado, según el Instituto de Economía Social (IES) y el Instituto para la Investigación de la Calidad de Vida (ICCV) de la Academia Rumana.

Por causa de la pobreza generalizada, especialmente, aunque no solo, en el ámbito rural, la mitad de los niños abandonan la escuela como muy tarde en la clase 8 del sistema educativo rumano, es decir, a los 14 años, para ayudar al mantenimiento de la familia.

Un estudio realizado por la organización humanitaria "World Vision" muestra que la mayoría de los niños de los pueblos y aldeas de Rumania tienen suerte si pueden ir a la escuela por la mañana y dedicarse a los trabajos del hogar por la tarde, porque otros muchos, más de la mitad, acaban renunciando a cualquier educación para poder colaborar en la supervivencia de la familia.

Ya quedaron muy atras los tiempos en los que la educación llegaba a todos los rincones del país, y las familias no tenían problema de trabajo o ingresos como para depender de la ayuda de los mas pequeños de sus miembros. Hoy, cuando el salario medio del país es de unos 350 euros al mes, y en el campo mucho menos, de apenas 200 euros al mes.

Por otro lado, el fomento de la educación pública brilla por su ausencia, pues según las estadísticas, si en 1990 había en Rumania 28.000 escuelas en 2011 quedaban apenas 7.500, algo similar a lo que sucede con los hospitales, que se han visto reducidos, según las estadísticas, en 4.000 cada año (datos muy diferentes a los que se refieren a la construcción de iglesias, que han logrado la marca de 200 edificadas por año desde 1990).

El problema es una pescadilla que se muerde la cola, puesto que la falta de educación hace que, cuando milagrosamente aparece una oferta, los candidatos sean rechazados por su bajo nivel formativo. La cadena de noticias ProTV ha realizado un reportaje en el que contaba la historia de algunos de estos niños que, sorprendentemente, viven en una Union Europea que se vendía como el paraíso y que, muy al contrario, solo ha traído consecuencias negativas, especialmente en el mundo rural.

La paradoja es que si los niños no son enviados por sus padres a la escuela, estos pierden la ayuda social que les corresponde, según su situación particular. Pero aun así los padres prefieren que los hijos se queden en casa, como única salida para llegar a fin de mes.

En el reportaje se dan algunos ejemplos: Gabriel, de 11 años, cuida de 70 vacas, aunque no sabe que letra viene después de la A en el abecedario; Razvan, de 19, ha intentado en muchas ocasiones encontrar trabajo pero su falta de estudios hace que le rechacen continuamente; Rares, de 12 años, cuida junto a su hermano de 350 ovejas y 180 carneros; Simona, de 10 años, sueña con aprender, pero sus padres están todo el día fuera trabajando y tiene que cuidar de sus cuatro hermanos pequeños (toda su familia, gracias a los dos empleos de los padres, sobrevive con 700 lei al mes -150 euros).