El contrabando y la corrupción, combatidas por las autoridades sin grandes avances, y el bloqueo de Berlín y Ámsterdam por la crisis política y la opaca independencia de la justicia impiden a Rumania acceder al espacio sin fronteras.

SchengenFoto: USER UPLOADED

Un camionero de 33 años trata de introducir en la Unión Europea 500 cajetillas de tabaco, encondidas debajo de su asiento, a través del paso fronterizo de Albita, en el noreste del país de la Europa del este. Pero las cámaras infrarrojas, que pueden interceptar cualquier movimiento que se produzca durante la noche desde el lado moldavo, captan la mercancía ilegal.

Las fuerzas especiales rumanas se habían incautado de más de 200.000 paquetes tras haber detenido varios días antes a dos guardas fronterizos y a otros contrabandistas implicados en Botosani, a unos 150 kilómetros hacia el Norte. Se trata de personas que intentan enriquecerse a costa del contrabando y cuyo tren de vida se refleja en sus propiedades, con villas de lujo y grandes todoterrenos.

Las operaciones de contrabando son habituales en esta frontera, la más oriental de la UE. Los esfuerzos de las autoridades de Rumanía y Bulgaria por blindarla con el objetivo de entrar en el espacio Schengen, donde los ciudadanos de la UE pueden viajar sin pasaporte ni fronteras, han sido hasta ahora en vano.

“Se ha resuelto el problema en cuanto al equipamiento tecnológico de los pasos fronterizos”, asegura el analista, Sorin Ionita, al mismo tiempo que la policía fronteriza rumana con Moldavia patrulla el río Prut con lanchas motoras para detener a cualquier infractor. Ionita reconoce sin embargo que “hay dificultades en el sistema de datos para identificar a las personas”.

Rumanía y Bulgaria han invertido más de 1.000 millones de euros en equipos de vigilancia de alta tecnología, lo que habría sido suficiente para que la Unión Europea accediera a las exigencias de Bucarest y Sofía de unirse al espacio Schengen.

Sin embargo, el nuevo conservadurismo surgido en los Veintisiete por la recesión económica y el fehaciente ultranacionalismo provocó que Holanda y Finlandia rechazaran en septiembre del pasado año su adhesión. Alegan que sus fronteras continúan siendo vulnerables al crimen organizado y la corrupción. “Si no hubiera una crisis financiera y una creciente efervescencia de la extrema derecha, Bulgaria y Rumanía habrían entrado en el espacio Schengen”, subraya Ionita.

“Queremos asegurarnos de que no exista ningún riesgo de soborno, ya que hemos comprobado la ausencia de buena conducta entre los aduaneros”, señala la embajadora de Finlandia en Bucarest, Ulla Vaisto, ante la negativa de su país.

Por su parte, Holanda precisa que la falta de independencia de la justicia rumana está retrasando su ingreso que debería facilitar a los transportistas y autoturismos moverse de una manera mucha más rápida y evitar horas de espera bajo una cola sin fin de vehículos. Al mismo tiempo, la crisis política interna generada el pasado verano causó malestar el Gobierno Merkel .

A lo largo del 2011 han sido arrestados unos 250 guardias fronterizos y oficiales aduaneros. Según el diario rumano Gandul, esa estadística demuestra que uno de cada cuatro policías fronterizos ha sido imputado por corrupción.

“Los contrabandistas eligen a personas pobres de las zonas fronterizas, que cobran poco por su transporte en comparación con las ganancias obtenidas”, explica el inspector adjunto de la policía de fronteras de Botosani, Cezar Hrisca.

Estos grupos mafiosos prefieren invertir una suma más grande para sobornar a los policías que faciliten su actividad, lo que supone una media de 5.000 euros al día por puesto fronterizo. La corrupción se manifiesta en las despampanantes casas y extensos terrenos de muchos jefes de turno, que suelen percibir un sueldo medio de 500 euros.

Vasile Lincu, miembro de uno de los dos sindicatos de policías y aduaneros, ProLex, ha revelado que existe un sistema piramidal de recogida de sobornos, parecida a una partida de ajedrez, en Rumanía. “Pueden ser sacrificados los peones y algunas veces los caballos [peces gordos de las aduanas], pero nunca las reinas -políticos que usan el dinero sucio para financiar a su partido-”, relata Lincu.

Según Ionita, el sindicato tiene en parte razón, pero añade que debería servir como autocrítica, ya que estas declaraciones surgieron tras producirse los arrestos de algunos de sus miembros.

En Bulgaria, esta práctica se halla inmersa incluso en el humor negro: “¿Qué se le regala a un policía fronterizo por su cumpleaños? Un turno para él solo”.

Para solucionarlo, Sofía comenzó a utilizar una programación informatizada para asignar los guardas fronterizos a distintos lugares de manera aleatoria cada pocas horas.

En los puntos fronterizos se puede obtener un buen pellizco para alegrarse la vida, pero los grandes negocios sucios en Rumanía se realizan en el puerto de Constanza, advierte Ionita.

La Dirección Nacional Anticorrupción (DNA) detuvo en agosto a 28 personas, entre policías, aduaneros y políticos, por presunto soborno en el muelle. Se calcula que los contrabandistas percibían entre 1.000 y 5.000 euros por cada contenedor de mercancías que entra en la Unión Europea, en total, unos 1.500 millones de euros al año.

Ionita, sin embargo, destaca el escaso tráfico de personas y aclara que la entrada en el espacio Schengen no resolverá el problema de la evasión fiscal y el crimen organizado en Rumanía y Bulgaria. Mientras tanto, las fronteras exteriores de la UE permanecen vulnerables.