El primer ministro rumano Victor Ponta parece encaminado a ganar las elecciones presidenciales que comenzaron el domingo consolidando en el poder al partido socialdemócrata de izquierdas, pero planteando dudas sobre la independencia judicial.

Votul la alegeriFoto: Agerpres

Se espera que Ponta, antiguo fiscal y piloto amateur de rallies que llegó a ser el primer ministro más joven de la Unión Europea hace dos años, gane la primera ronda, pero sin suficiente margen como para evitar una segunda vuelta que tendrá lugar el 16 de noviembre.

La presidencia de Ponta podría traer estabilidad a uno de los países más pobres de Europa, que suportó una dolorosa recesión y recortes durante la crisis global y ha conseguido un progreso notable implementando reformas económicas bajo la guía del Fondo Monetario Internacional.

Como primer ministro, Ponta ha tenido que batallar con su rival, el presidente saliente Traian Basescu, que obstaculizaba la labor política.

"Quiero un presidente que sea joven y capaz y no le quiero para pelearse con todo el mundo, como está haciendo Basescu", dijo Elena Popa, una dependienta de 32 años de la capital, Bucarest.

Más de 18 millones de rumanos votarán el domingo. Las encuestas a pie de urna se conocerán a las 1900 GMT.

Los socialdemócratas han convencido a los votantes restaurando algunas de las pensiones y salarios de los funcionarios que habían sido recortados bajo el mandato del predecesor de Ponta. El candidato ha prometido aumentar las pensiones el año que viene, ha reducido los impuestos sobre productos como el pan, y reducido la tasa de desempleo.

Pero su campaña se vio sacudida también por reveses. Basescu acusó a Ponta de espiar para el servicio de inteligencia exterior en los 90 - una acusación que los partidarios de Ponta rechazaron. El suegro de Ponta y otros altos cargos del partido también se vieron sacudidos por acusaciones de sobornos en las últimas semanas de la campaña.

Rumanía se unió a la Unión Europea en 2007 pero sigue siendo el segundo país más pobre y uno de los más corruptos.

Sin el control de Basescu, el ascenso de Ponta ha planteado dudas sobre si reforzará el control sobre la justicia y los fiscales anticorrupción.

Ponta rechazó las críticas de la UE en 2012 y dijo que no parecía respetar el imperio de la ley y las instituciones democráticas, negando las acusaciones de que presionaba a los jueces.