Bucarest será por dos días la semana que viene la capital política de Europa. Merkel, Barroso, Van Rompuy, Rajoy y toda la plana mayor de la derecha continental hablarán de austeridad y de crisis en el lúgubre Palacio del Parlamento. Ni el escenario ni los temas invitan a divertirse, y además ya no viene Berlusconi.

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Lo realmente interesante ocurrirá, al tiempo que los populares europeos inauguran su congreso, en la otra punta de la ciudad. El flamante Estadio Nacional albergará el miércoles el lanzamiento oficial de las candidaturas de la coalición gubernamental de socialdemócratas y liberales para las elecciones legislativas de diciembre. Los líderes de la coalición Antonescu y Ponta esperan llenar el estadio con más de 50.000 simpatizantes. Muy probablemente habrá música, quizá cerveza y si no coca-cola. Coca-cola para todos y algo de comer, que cantaba Mecano.

Por si las interminables llamadas a apretarse el cinturón no fueran suficientes, las alegrías en el Parlamento se limitarán al hilo musical y el mezquino catering que los populares rumanos habrán de servir para que Merkel -o, si estuviera, la presidenta de Lituania- no les llame griegos y derrochadores.

Los magros canapés de la UE no pueden competir con los 'mici' y la cerveza sobre un césped verde y esplendoroso, bajo los últimos rayos de sol del otoño. La vieja y siniestra Casa del Pueblo no compite en atractivo con el estadio moderno y europeo que provocó la admiración del mundo en la final española de la UEFA. Y la retórica aburrida del recorte y la contención nada tiene que hacer con las promesas electorales y las chanzas ingeniosas de Antonescu y Ponta, que Basescu -también él espadachín brillante y afilado- no podría permitirse ante sus circunspectos colegas.

Antonescu lo sabe, y ha invitado a los delegados del Partido Popular Europeo a la fiesta campestre de la masa social-liberal. Contra la opinión de algunos rumanos, la carne de los europeos también es débil, y, sobre todo si hace buen tiempo, no cabe descartar deserciones del gris simposio conservador. ¿Veremos a Rajoy fumándose un puro rodeado de velinas del alcalde berlusconiano de Constanza, elsocialista Radu Mazare?