​Procedente de los confines de Europa, el Sheriff Tiraspol dio un golpe sobre la mesa en su debut en la Liga de Campeones. Pero más allá del deporte, su hogar es un nebuloso conglomerado, un enclave separatista proruso: Transnistria, relata AFP.

Esta estrecha región decidió la secesión de Moldavia durante un breve conflicto bélico después de la caída de la URSS en 1991.

Su supervivencia como administración organizada se debe a la presencia de 1.500 soldados de Rusia, un país que le ofrece además un suministro de gas, ya que este territorio sirve a Moscú como puente en Europa oriental, ante las sucesivas ampliaciones de la UE y la OTAN.

Esta autoproclamada república se dotó asimismo de atributos propios de los Estados, como una moneda y una policía. Y cultiva una cierta nostalgia soviética, con su bandera en la que figuran la hoz y el martillo, o las estatuas de Lenin en la capital, Tiraspol.

Pero 'de facto', quien marca el paso en el territorio es Sheriff, un grupo tentacular cuyo logo, una estrella de cinco puntos, está omnipresente en la zona.

Fundado por un antiguo policía, Victor Gushan, todo está bajo su control: la energía, el alcohol, acero, supermercados, gasolineras y, por supuesto, el club de fútbol, que se estrenó en Liga de Campeones venciendo al Shakhtar Donetsk antes de enfrentarse este martes al Real Madrid.

"Victor Gushan es la persona que tiene más influencia aquí, en lo político y en lo económico", revela Anatoli Dirun, director de la Escuela de estudios políticos de Tiraspol, subrayando que el grupo Sheriff patrocina y controla el partido en el poder, Renovación.

Gushan, que no accedió a ser entrevistado por la AFP, creó su empresa en 1993 con otro expolicía, Ili Kazmaly, aprovechando las privatizaciones del periodo del capitalismo salvaje que se apoderó de la extinta URSS en los años 1990.

La empresa absorbió a otras, recuerda Valeri Liskai, un consejero del presidente de la región transnistria en aquel entonces, y antiguo ministro de Asuntos Exteriores.

"Sheriff ganó", dice, "ofrecía los mejores precios y garantizaba" que las fábricas funcionarían.

Pero Liskai reconoce que el grupo tenía sus métodos brutales, un pasado "no bonito".

"Hubo un combate muy duro", recuerda. "En nuestros cementerios los caminos están llenos de bandidos", prosigue.

El antiguo político reconoce que las autoridades no trataron de "saber quién mataba a quién". "No es muy bonito decirlo, pero es la realidad", asegura.

Hoy nadie osa cuestionar la dominación de Sheriff. Según el medio de investigación RISE Moldova, el grupo mueve un tercio del presupuesto del territorio. Sus compañías exportan a través de Europa productos textiles o siderúrgicos, así como caviar hasta Estados Unidos y Japón.

El presidente de la república autoproclamada no encuentra palabras lo suficientemente elogiosas para Sheriff, que financió su campaña electoral.

"Ellos crean empleos, invierten", dice a la AFP, Vadim Krasnosselski, el actual presidente de Transnistria.

Éxodo

Pero las estadísticas disponibles muestran otra imagen. La región vio su población dividirse por dos en 30 años, pasando a 250.000 habitantes.

La razón: un éxodo de la población activa y joven debido a los escasos ingresos, de 200 a 300 dólares (170-255 euros) por mes de media, menos que en Moldavia, uno de los países más pobres de Europa.

Andrei, de 17 años, señala desde las calles del pueblo de Bender que hará como sus mayores y partirá hacia Rusia o a Chisinau, la capital de Moldavia.

"No veo que se desarrolle nada en Transnistria", asegura.

Según Andrei Mospanov, del centro de análisis ISPIRR en Tiraspol, la juventud no solo intenta emigrar a la protectora rusa, sino también a occidente: "Hay una diversidad de elección".

La nueva presidenta moldava, la proeuropea Maia Sandu, quiere que su país forme parte de la Unión Europea, pidiendo la retirada rusa de Transnistria.

Pero para algunos veteranos, como el antiguo ministro Liskai, nada cambiará: "Rusia nos ha dado de manera gratuita gas y soldados, a cambio tiene su zona de influencia (en Europa). Estamos muy contentos del status quo".