El presidente saliente prorruso, Igor Dodon, y su rival proeuropea, Maia Sandu, se enfrentarán el domingo en la segunda vuelta de unas ajustadas elecciones presidenciales en Moldavia, país en el que Rusia teme perder influencia y acusa a Occidente de injerencia, cuenta AFP.

Alegeri Moldova, suporteri ai socialistului DodonFoto: Evgeny Odinokov/Sputnik/ Profimedia

Antigua república soviética de habla rumana, Moldavia oscila desde hace años entre ambiciones europeas y el acercamiento al Kremlin. Una parte de su territorio, Transnistria, es zona separatista prorrusa.

Maia Sandu, de 48 años, ex primera ministra que trabajó para el Banco Mundial, atestó un inesperado revés a su adversario al colocarse a la cabeza de la primera vuelta de las elecciones presidenciales a principios de noviembre.

Gracias a un apoyo inédito de los electores que votan en el extranjero, obtuvo alrededor del 36% de los sufragios frente a un 33% para Igor Dodon.

Encuestas publicadas en vísperas de la segunda vuelta señalan un margen muy estrecho entre ambos.

El resultado podría ser decidido de nuevo por la "diáspora que constituye según estimaciones hasta un 40% de los ciudadanos" moldavos, que se instalaron en el extranjero huyendo de la miseria en uno de los países más pobres de Europa, indica el centro de análisis estadounidense Atlantic Council.

"Muchos van a votar no por Sandu pero contra Dodon", convertido en "un símbolo de corrupción" en cuatro años de mandato, declara a la AFP el abogado y activista moldavo Stefan Gligor.

Maia Sandu, jefa del Partido Acción y Solidaridad (centroderecha), llamó en Instagram a "votar por el Bien".

Promete una reducción del nivel de vida de la presidencia y la defensa de los intereses nacionales ante Rusia, que en función de las tensiones diplomáticas impone sanciones económicas a Moldavia.

Sandu también recibió el apoyo del presidente rumano, Klaus Iohannis, que se declaró "feliz" de su resultado en la primera vuelta.

Presentándose como una garantía de "estabilidad", Igor Dodon, de 45 años, aboga por su parte por unas "buenas relaciones con Rusia" y "cambios para mejor" la vida de los 3,5 millones de habitantes del país, anclado entre la proccidental Ucrania y Rumania, miembro de la UE.

El presidente saliente considera que a su rival no le importa el país y le acusa de multiplicar "declaraciones histéricas".

Rusia, que ha visto en 2020 cómo se han multiplicado los movimientos de protesta en sus aliados Kirguistán y Bielorrusia, no quiere dejar nada al azar.

El presidente Vladimir Putin mostró públicamente su apoyo a Dodon, recibiéndole y anunciando una ayuda financiera para Moldavia, cuya economía muy dependiente de la agricultura sufrió a consecuencia de la sequía este año.

"Esperamos que en las próximas elecciones el pueblo moldavo aprecie los esfuerzos de su presidente", declaró el jefe del Estado ruso en octubre.

El jefe de la inteligencia exterior rusa (SVR), Serguéi Naryshkin, agitó, como a menudo, el fantasma estadounidense, acusando a Washington de orquestar "un escenario revolucionario para Moldavia en noviembre".

En el pasado, Moldavia vivió numerosos movimientos de protesta postelectorales, algunos marcados por la violencia y el saqueo de edificios públicos.

Una victoria de Dodon podría desencadenar manifestaciones, sobre todo si hay un resultado final muy ajustado, según observadores.

"Si su diferencia con Sandu no supera el 1% o el 3%, sus apoyos saldrán a la calle" para denunciar fraudes, predice Sergiy Gerasymchuk, un experto en política moldava del centro de análisis Prisme Ukrainien en Kiev.

Si Maia Sandu gana la votación el domingo, su margen de maniobra podría ser en cambio limitado, pues la mayoría parlamentaria actual es más leal a su rival.