El año pasado publiqué en la versión online del diario La Vanguardia una crónica sobre lacelebración del festival Aplec Internacional en la ciudad de Timisoara. Normalmente, cuando escribo algo con objetivo de publicarlo, siempre dejo el título para el final. Recuerdo que dudé mucho sobre el título. Al final me decidí con “La cultura catalana viaja al país de Drácula”.

Castelul BranFoto: Agerpres

El artículo ha sido colgado por segunda vez en la página Facebook del Aplec Internacional Timisoara 2014 en su reproducción en Hotnews y una seguidora ha dejado el comentario:

“Dios, Rumanía no es el país de Dracula! Lo siento pero esto es de mal gusto”. Posteriormente aclara “Es exactamente como pasa en Catalunya cuando un turista pide sangía….a mi no me gustan los estereotipos:) ese mi problema.”

Quisiera explicar el origen del título y replicar que en parte estoy de acuerdo con ella, y en parte no.

Antes de mandar el artículo a La Vanguardia, lo mandé al presidente de Adifolk, Sr.Joan Gómez. Adifolk es la asociación organizadora del Aplec. En el cuerpo del email le escribí:

Bon dia Joan,

Et passo l’article. La idea és enviar fotos de la vostra visita i alguna altra.

El títol no m’agrada, però atraurà lectors.

Ja em diràs què et sembla.

El por qué escogí este título está ahí explicado: Porque atraerá lectores. Y lo que nos interesaba eran muchos lectores.

A mí me pasa como a la seguidora de Facebook: no me gustan los estereotipos. Pero en abril estuve en el stand de Rumanía en el Salón del Turismo de Barcelona y vi 2 cosas:

1) Los turistas potenciales, en un porcentaje altísimo, querían Drácula. Algunos se interesaban de los Monasterios, o Bucarest, sólo 1 que recuerde del Delta del Danubio y otro del potencial cinegético, pero la cantidad de gente que quería Transilvania y Drácula era una mayoría abrumadora. Yo estaba ahí para vender el Aplec, en Timisoara, a 500 Km del castillo de Bran. Era muy difícil. Vale, quizá vinieran, pero tenían que pasar, antes o después, por la residencia condal.

2) Junto al stand de Rumanía estaba el de Croacia. El número de visitantes en dicho puesto multiplicaba con creces el de Rumanía. La razón: una reproducción del trono de la serie “Juego de Tronos”, rodada en Dubrovnik, frente al cual la gente hacia cola por sentarse mientras que el personal local repartía folletos y les vendía las bondades de la costa dálmata. Su interés por hacerse una foto sentados en la réplica del trono los convertía en cautivos y pacientes oyentes del personal promotor.

Viendo la cola croata, su falta de complejos, y nuestro vacío pensé “¿Cuántos países pagarían fortunas por tener en su territorio la leyenda de Drácula y explotarlo correctamente?” La respuesta es muchos. hace años que oigo a algunos rumanos quejándose de la asociación del país con Drácula. Mi respuesta ahora: Si no lo quieren que nos lo vendan. Sería una forma excelente de revitalizar el turismo y la economía en algunas regiones de España (no lo podemos poner en la costa, al vampiro no le va mucho el sol, mejor los Pirineos o el interior de la Cornisa Cantábrica).

El potencial de la leyenda del príncipe Vlad Tepes, héroe para unos, villano para otros, sanguinario para todos, es enorme, y su capacidad generadora de riqueza para todo el país también.

Cuando escribí el artículo quería lectores y notoriedad. Lo conseguí. De haber puesto “La cultura catalana viaja al Banato”, o “a la hermosa Timisoara”, o a “la cuna de la Revolución anti Ceausescu”, o “a la Pequeña Viena” o mil otras posibilidades, el número de lectores no hubiese llegado ni al 25% del final.

Todos funcionamos por simplificación mental asociando a un nombre muy pocos conceptos, algunos buenos, otros no tanto. Sin querer sentar cátedra se me ocurren:

España = sol, sangría, flamenco, toros,…

Inglaterra = mal tiempo, té de las cinco, Londres, inglés,…

Italia = pizza, Roma antigua, ligones, simpatía,…

¿Rumanía? = ¿???

La seguidora de Facebook y yo seguramente tendríamos muchas cosas buenas que aportar, aunque hay que reconocer que en la mente de muchos españoles y europeos Rumanía no siempre se asocia con todo lo bueno que tiene. Pero en cambio se asocia con Drácula y Transilvania. Y sinceramente, no es malo.

Quien viene a ver Drácula, viajará por el país, muy posiblemente vaya a Bucarest, quizá a los monasterios, pero seguro que verá Sibiu, Brasov, Sighisoara, Peles,… destinos cada vez más conocidos gracias en gran parte a los hechos del Sr. Tepes, el Empalador, siglos atrás y la novela Drácula (1897) del irlandés Bram Stoker. Y todo eso atrae MUCHOS turistas, que dejan MUCHO dinero en el país, que crean puestos de trabajo y que, una vez aquí, tienen la posibilidad de conocer la realidad rumana más allá de los estereotipos.

Estaría de acuerdo (en parte) si los visitantes llegasen de España a Bucarest, en autocar los llevasen inmediatamente a Bran, lo visitaran y se fueran, tal como hacen los turistas de Eurodisney, que no salen del recinto y no ven las maravillas de Francia. Pero no es el caso. Todos vienen, están una semana de media, dedican medio día a subir y bajar escaleras de un castillo con poco interés real, y seis y medio a ver el resto del país.

Estoy de acuerdo con la seguidora: Rumanía no es el país de Drácula, pero TAMBIEN es el país de Drácula y por tanto no veo ningún problema en explotar el estereotipo como imán, aunque estemos en Timisoara, ciudad de una región, el Banato, donde el vampiro no puso nunca el pie.

O quizá sí.