​La múltiple campeona olímpica y mundial de gimnasia, la rumana Andreea Raducan, reconoce que se requiere la financiación privada para que los deportistas sigan entrenándose, ya que el futuro de este deporte pasa por apostar por los jóvenes. "El Estado no es un pozo sin fondo de dinero; necesitamos que las empresas se impliquen y patrocinen a los deportistas, sobre todo cuando se trata de un deporte que fascina y que incluso puede atraer dinero", admite Raducan, de 29 años.

Andreea Raducan , alaturi de Octavian BelluFoto: Hotnews

"Se habla de crisis, falta de recursos y apoyo pero cuando empecé a practicar este deporte a los cuatros años en un pueblo diminuto de la Rumanía profunda padecíamos la ausencia de financiación y, al final, conseguí llegar hasta la cima gracias a mi pasión por la gimnasia", añade.

La estrella de la gimnasia rumana aclara que su compañera Sandra Izbasa, medallista de oro en salto en los Juegos de Londres, decidió descansar para planificarse de cara al mundial que se celebrará este otoño y desmintió que se haya retirado, pese a haber solicitado una pensión vitalicia al Estado.

Muchos deportistas de élite del deporte rumano, que tocaron el cielo en Londres en sus disciplinas, han pedido la ayuda estatal por falta de apoyo financiero para seguir entrenándose.

Precisamente, los dos entrenadores del equipo femenino de gimnasia rumano, Octavian Bellu y Octavian Bellu y Mariana Bitang, denunciaron ayer que llevan sin cobrar desde su regreso de Londres a mediados de agosto.

“Hay que adaptarse a la situación que se atraviesa”, explica Raducan, quien subraya que se necesita “una mayor promoción y sustento a los jóvenes”.

En Rumanía, hay unos 20 clubes en los que se practican la gimnasia, cuando este número en Estados Unidos superan los 2.500, por lo que sus éxitos mundiales destacan aún más.

“El orgullo de continuar entre los mejores del mundo nos hace seguir en el top, siempre con mucho trabajo, ambición y deseo de ser campeonas”, confiesa la medallista de oro por equipos en los juegos de Sídney de 2000.

“Se trata de un deporte amado en Rumanía porque hemos alcanzado cotas extraordinarias”, prosigue.

Raducan explica que se trata de un deporte enormemente sacrificado que provoca que muchas gimnastas terminen por desistir.

“Tenía solo cinco días de vacaciones al año, con entrenamientos de lunes a domingo. Pasarse dos días sin entrenamiento significa una difícil recuperación de la movilidad, orientación o el ritmo de trabajo”, relata la campeona

Raducan fue despojada de su medalla de oro de la competición general individual en Sidney, cuando tenía tan sólo 16 años, por dar positivo por pseudoefedrina.

Su caso estuvo rodeado de mucha controversia por su falta de intencionalidad, ya que se debió a un medicamento que el médico le había recetado para curarse de un resfriado.

“No se ha inventado una pastilla inteligente que permita a los gimnastas mejorar sus ejercicios”, advierte la exgimnasta que cuenta en su libro “La otra cara de la medalla” que se trata de un deporte de repetición y que se saborea la competición pocos años.