​Rumanía se sitúa en el vigesimoctavo lugar en la lista de países miembros, por detrás de Bulgaria, Letonia, Lituania, Polonia y Croacia, de acuerdo con el Estudio Colaborativo sobre Innovación llevado a cabo por el Foro Económico Mundial en colaboración con AT Kearney, informó el Instituto Español de Comercio Exterior, que recoge una noticia de Business Rewiew.

Cercetare - inovare Foto: Comisia Europeana

La UE acoge a seis de las diez economías más innovadoras del mundo (Suecia, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Luxemburgo y Reino Unido), pero también muchos países que necesitan mejorar urgente y significativamente su capacidad innovadora.

Europa, a nivel regional, presenta diferencias profundas en términos de competitividad e innovación. Las grandes diferencias entre países europeos están provocadas por factores como la cantidad y calidad de los nexos entre empresas y núcleos emprendedores, y entre los sectores público y privado. Esta fragmentación afecta a la habilidad de las empresas para convertir la inversión en I+D en propiedad intelectual y productos comercializables, y limita la competitividad europea en comparación con otras regiones.

Esta diferencia es perjudicial para el desarrollo económico europeo en términos globales, especialmente cuando se trata de competir con otras economías globales como Estados Unidos, donde la colaboración científica entre los sectores público y privado casi dobla los registros de la UE y las nuevas tecnologías comercializadas generan un 17% más de facturación en concepto de licencias y patentes procedentes del extranjero.

“Europa es buena transformando euros en conocimiento pero no es buena transformando conocimiento en euros”, declaró Carlos Moedas, Comisario de Investigación, Ciencia e Innovación de la Comisión Europea.

El cambiante contexto internacional y un entorno global de competencia creciente han añadido más presión a los modelos tradicionales de investigación, desarrollo e innovación de los que las empresas europeas venían beneficiándose. Las empresas, independientemente de su localización, expresan que en el pasado la mayor parte de la I+D iba destinada a “innovaciones incrementales” y sólo un 14% a innovaciones radicales. Además, las compañías han preferido centrarse, tradicionalmente, en desarrollar sus capacidades internas, y rara vez compartían sus avances con sus socios con vistas a generar ventajas competitivas compartidas.

Cuando se les pregunta por sus planes de inversión para la próxima década, la mayor parte de las grandes compañías multinacionales esperan que el objeto de las inversiones en I+D varíe significativamente, desplazándose hacia iniciativas más arriesgadas y rupturistas. Dada la limitada capacidad interna, las empresas están, cada vez más, colaborando con terceros, adaptándose a formas más abiertas de innovación, aprovechando descubrimientos de sus socios y comercializando sus innovaciones a través de terceros cuyos modelos de negocio se ajustan mejor a la posibilidad de llevar nuevos productos o servicios al mercado.