Bucarest y Budapest serán inesperadamente escenario de tres choques -dos en Hungría y uno en Rumania- de los octavos de final de la Liga de Campeones debido a la deslocalización de partidos ante la pandemia de la covid-19, que permite a Europa del Este disfrutar de esta ronda de manera indirecta, relata AFP.

Zona Arena Nationala SatelitFoto: Hotnews

La capital húngara acoge el martes la ida de octavos de final entre el RB Leipzig alemán y el Liverpool inglés. El 24 de febrero albergará otro duelo germano-inglés, entre el Borussia Mönchengladbach y el Manchester City.

Alemania no autorizó la entrada de los equipos ingleses a su territorio por las restricciones actuales contra la pandemia de la covid-19, que limitan drásticamente la entrada de viajeros desde los países más afectados por las mutaciones del coronavirus.

Hungría, cuyo primer ministro Viktor Orban es un gran hincha de fútbol, se presentó así como un 'plan B' para acoger esos partidos.

Excelente noticia

En Rumania se frotan las manos con la deslocalización sorpresa del duelo de la Liga de Campeones del Atlético de Madrid y el Chelsea, programado el 23 de febrero.

La prensa deportiva lo celebró como "una excelente noticia", mientras que la Federación Rumana de Fútbol (RFR) afirmó que no dudó ni un segundo, asegurando que habrá garantías sanitarias (sin público y con respeto a las restricciones vigentes).

"Un partido disputado en el marco de la competición europea de clubes más prestigiosa es un gran evento deportivo y hemos ofrecido nuestro apoyo a los organizadores desde que se habló de esta oportunidad", explicó su presidente, Razvan Burleanu.

"Ante todo es una cuestión de solidaridad", subraya el ministro de Deportes, Eduard Novak, contactado por la AFP. Los aficionados rumanos tendrán que seguir el partido por televisión pese a disputarse en 'su' Arena Nationala (54.000 plazas de capacidad).

Tallín, Varsovia o Génova (Italia) sonaron también como candidatas a acoger el partido, antes de que Bucarest fuera elegida.

El entrenador del Atlético, Diego Simeone, decantó la balanza por su gran recuerdo del estadio de Bucarest, donde el equipo 'colchonero' se proclamó campeón de la Europa League en 2012, poco después de la llegada de 'Cholo' al banquillo rojiblanco.

Riesgo mínimo

Budapest ya fue sede de la Supercopa de Europa en septiembre, entre el Bayern de Múnich y el Sevilla, en un estadio con 15.000 espectadores, que la UEFA utilizó como test.

"A diferencia de la Supercopa, esos partidos serán a puerta cerrada, sin ningún aficionado en las tribunas" del moderno Puskas Arena (capacidad para 68.000 personas en época normal), explica Jeno Sipos, portavoz de la Federación Húngara de Fútbol (MLSZ).

Los jugadores deberán someterse a "reglas epidemiológicas estrictas", definidas por la UEFA y el Comité de Organización húngaro.

Después de ser conducidos en autocar del aeropuerto al hotel y, luego al estadio, "el equipo y el cuerpo técnico estarán aislados del público, no podrán encontrarse con nadie y tendrán que someterse a test PCR", dijo a la AFP.

"Budapest no tiene gran cosa que perder", comenta el periodista deportivo Gergely Marosi, que estima que el riesgo sanitario es "mínimo".

"Los clubes recibidos se hacen cargo de los gastos y esto hace trabajar al personal del estadio, así como a los hoteles vacíos", subraya.

Diplomacia deportiva - • Otro elemento que jugó en favor de la capital rumana es que Bucarest es una de las doce ciudades anfitrionas de la Eurocopa de este año (11 junio-11 julio). • Cuatro partidos están programados allí, igual que en Budapest.

El primer ministro húngaro Viktor Orban, que sueña con albergar algún día los Juegos Olímpicos en su capital, lleva años intentando atraer al país eventos deportivos de envergadura: el Mundial de natación en 2017, la final de la Liga de Campeones femenina en 2019 o el Mundial de atletismo en 2023, entre otros.

Se han realizado además importantes inversiones en la renovación de estadios e infraestructuras. Para Gyorgy Szollosi, redactor jefe del diario Nemzeti Sport, la disputa en Budapest de dos partidos de los octavos de final de la Champions es signo de "la victoria de esta diplomacia del deporte".