El Madrid se lleva un susto en Sofía. Ludogorets 2-1 Real Madrid

Minge de fotbalFoto: Dppi/Joaquin Corchero / Zuma Press / Profimedia

Razgrad, pequeña ciudad con poco más de 30 mil habitantes del noreste de Bulgaria, puede sentirse orgullosa. Su equipo, el Ludogorest, estuvo muy cerca de darle un susto mayúsculo al vigente campeón de Europa, que salió al partido dormido, atolondrado y mal posicionado. No deberían ser excusa las rotaciones impuestas por Ancelotti, ya quisiera el humilde equipo búlgaro tener un cuarto del banquillo madridista, la falta de actitud fue el principal problema merengue, y eso, es pecado capital en Europa.

Aparte, el Madrid volvió a ofrecer un repertorio completo de sus vergüenzas: el centro del campo blanco fue un desierto, el equipo se partía cada vez que tocaba hacer una transición y la defensa ofreció su calamidad de cada día. Todas ellas se pueden personificar en la figura de Illarramendi, que ayer fue titular en lugar de Kroos y todo lo hizo mal. Perdió el sitio, no fue contundente y no acertó ni en corto ni en largo, eso sí, consiguió que cualquier seguidor merengue echase un poco más de menos a Xabi Alonso. No se puede meter en el mismo saco a Isco, que sí aprovechó con creces su titularidad y fue el mejor del Madrid mientras estuvo en el campo y le duró la gasolina.

En el esperpento defensivo diario se adelantó el Ludogorest, a través de un córner que Marcelinho (5´) cabeceó a placer. Ronaldo, que falló un penalti, provocó (más bien exageró) otro que esta vez sí marcó (24´), para situar las tablas en el electrónico. Y así se quedó el partido hasta la entrada de Kroos, James y Benzema, quien (¡por fin!) fue resolutivo, activo y hasta anotó un gol (77´) que dio los tres puntos al Madrid. Entremedias, Casillas volvió a vestirse de San Iker y salvó al equipo con al menos tres intervenciones de mérito, que seguramente serán menospreciadas por sus cada vez más exacerbados detractores.

Además del demérito blanco, se debe ensalzar el buen hacer del equipo búlgaro, que contrarrestó sus limitaciones técnicas, con un buen planteamiento estratégico, y sobre todo con corazón. No pararon de correr, de presionar y de intentar buscar el gol. La amplia cuota de inmigrantes brasileños que forma la plantilla del Ludogorets ponen las gotas necesarias de clase para que el equipo búlgaro sea un hueso duro de roer y pueda resultar indigesto para cualquier formación europea. Que le pregunten al Liverpool, quien cosechó una victoria in extremis ante ellos, o mejor, al Steaua de Bucarest…

Arda gana la batalla del Manzanares. Atlético 1-0 Juventus

Un enfrentamiento entre dos equipos con mentalidades muy similares corre el riesgo de ser aburrido. Si esa mentalidad es la de aunar táctica, entrega, estrategia y garra, es muy probable que el resultado sea una batalla. Eso fue el partido de ayer, una guerra entre dos equipos muy parejos, en la que hasta los espectadores sudaron, y en el que mientras todos luchaban, un chico turco se divertía. Si ese chico se llama Arda Turan tienes serias opciones de que el partido se acabe decantando hacia tu lado. Y eso fue lo que pasó ayer en el Manzanares.

Juventus y Atlético se miraron en el espejo y se reconocieron a ellos mismos. Ambos conjuntos juegan parecido, piensan parecido y luchan parecido, por lo que el partido fue por momentos un espectáculo propio del circo romano. Nadie daba su brazo a torcer y cada balón perdido debía ser recuperado con la mayor premura. No quiere decir que el partido fuera violento, pero si no tenías un par de heridas de guerra antes de empezar, no estabas preparado para este encuentro.

En medio de la guerra, hubo pocas ocasiones en ambas áreas y el colegiado Brych perdono un penalti por mano en cada una. Cuando todo parecía indicar el empate, Arda Turan, el único jugador que parecía feliz de estar en la contienda, aprovechó un balón no rematado por el gigante Mandzukic para sentenciar el partido (74´). La batalla vivirá su segunda episodio en Turín, pero el Atlético vuelve a respirar en Europa gracias a estos tres puntos, especialmente tras el tropiezo del Olympiakos ante el Malmö, que deja el grupo muy abierto.