​El estilo brancovan, ligado al apellido del que fue príncipe de Valaquia entre 1688 y 1714, Constantin Brâncoveanu, es el resultado de los trabajos de distintos artistas, de las circunstancias económicas, políticas y culturales del momento y, en último lugar, de la determinación de la familia Cantacuzino, de la que descendía Brâncoveanu, quien comprendió la importancia del arte como herramienta de soporte de sus aspiraciones políticas e impulsó la fusión de la memoria del arte bizantino imperial, del decorativismo propio del arte oriental y de la retórica barroca, cuenta Carlos Basté en su blog Bucarestinos.

Palatul MogosoaiaFoto: calatorii-imaginare.ro

Desde su ascensión al trono, Brâncoveanu mantuvo una complicada política de equilibrio entre las tres potencias que rodeaban su principado: Austria, Rusia y Turquía. Primero se amparó en los turcos para frenar a los austriacos y cuando Pedro el Grande de Rusia entró en guerra con los otomanos (1710), le ofreció el apoyo de Valaquia. Esta jugada acabó costándole la vida pues en 1714 los turcos lo expulsaron del trono, lo detuvieron y lo trasladaron a Estambul.

Torturado por sus captores, fue conminado durante días a abandonar su fe y convertirse al Islam. El 15 de agosto de 1714, en presencia del Sultán, el Gran Visir, algunos pashas y embajadores, Brâncoveanu tuvo que asistir a la decapitación de todos sus hijos. Antes de ser asesinado, su hijo Matei le rogó que apostatase para salvar su vida pero, según la leyenda, Brâncoveanu respondió: “Es mejor morir cien veces que renunciar a tu fe”. Los dos fueron finalmente ejecutados.

Dos son los edificios emblemáticos del estilo brancovan, en los que podemos identificar sus principales características: el palacio de Mogoşoaia, residencia principesca y el monasterio de Horezu, proyectado como panteón familiar.

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