Bohemio, vagabundo errante, autodidacta y genial escritor en edad adulta. Izquierdista convencido sufrió la difamación por parte del estalinismo debido a la cualidad que mejor le definió: ser un hombre que nunca se adhirió a nada ni calló ante ninguna injusticia.

fakepath\panait_istratiFoto: Hotnews

Nació en Baldovinesti (Braila) el 10 de agosto de 1884 fruto del amor libre entre un contrabandista griego y una campesina rumana, Joitza Istrati. Su madre hubo de soportar ataques por su rechazo a contraer matrimonio y su deseo de criar a Panait como madre soltera; mantuvo la casa trabajando como fregadora en casas ajenas y no pudo dar a su hijo una iniciación cultural, aunque sí un estricto código moral basado en el trabajo y la dignidad personal.

Su afán de conocer mundo y explicárselo –él mismo se definió como “peregrino del corazón”-, le hicieron partir de casa a la edad de doce años para seguir una vida errante que le llevó a Turquía, Egipto, Siria, Palestina, Arabia, Grecia, Italia, Suiza y Francia. A lo largo de este periplo realizará para subsistir el más variopinto tipo de trabajos, desde camarero o pastelero hasta periodista o fotógrafo ambulante, pasando por peón, estibador, pintor de brocha gorda o vendedor de mercados.

Representó el paradigma de escritor autodidacta e inconformista. Escribió la mayor parte de su obra en un francés rústico aprendido sin maestros y ya en edad adulta, situación excepcional en la historia de la literatura.

Cuando en 1921 recibió la noticia de la muerte de su madre decidió suicidarse. Antes de cortarse el cuello envió una carta a su admirado escritor socialista francés Romain Rolland. Conmovido por la carta Rolland le visitó en el hospital de Niza donde se recuperaba y se convirtió en su padrino literario. Con ayuda del propio Rolland publicó en 1924 su primera novela, Kyra Kyralina, que le aupó inmediatamente al éxito internacional.

Los personajes de las novelas de Istrati son tipos desilusionados, con vivencias espeluznantes pero que anhelan vivir algún día en un mundo feliz. Istrati puso su literatura al servicio de la revolución considerándose a sí mismo como un “obrero de la pluma”.

En 1927 Istrati fue invitado junto a un selecto grupo de escritores comunistas europeos a visitar la URSS con motivo del décimo aniversario de la Revolución. En su visita Istrati pensaba poder encontrar la alternativa a la sociedad capitalista decadente e injusta, pero lo que observó no le convenció.

Durante la visita, uno de los portavoces oficiales le argumentó ante una queja de Istrati: “Panait, no se puede hacer una tortilla sin romper huevos”, a lo que él respondió: “Bueno, he visto los huevos rotos. ¿Dónde está la tortilla?”.

La indignación de Istrati se acrecienta cuando observa los privilegios de los burócratas ante la extrema miseria del pueblo. Tras su visita a la URSS cree que sólo Trotski podría enderezar la situación.

Fruto de las experiencias de este viaje será el libro “Hacia la otra llama” (1929), primera denuncia del estalinismo efectuada por un escritor de fama internacional y de izquierdas. Pese a que el libro fue utilizado por la oposición al régimen soviético, Istrati lo planteó como una crítica constructiva. No pretende con él justificar el capitalismo, y su prioridad es defender la revolución contra los cerdos que la devoran.

La reacción no se hizo esperar, el comunismo internacional oficialista le convirtió en un traidor. Herido en su fuero interior, enfermo y aislado, murió en Bucarest el 16 de abril de 1935.

Sólo tras la muerte de Stalin (1953) Panait Istrati fue rehabilitado en su tierra natal. En 1984, en el centenario de su nacimiento, su obra resurgió con nuevo empuje en Francia y Rumanía.