El espectáculo de anoche de Buena Vista Social Club estuvo lleno de sinceridad y raices desde el inicio. La cantante rumano- argentina Analía Selís, encargada de abrir el concierto, acarició al público con su cálida voz y naturalidad transportándoles a su Argentina natal y desvelando su lado más íntimo, impregnado de los ritmos de su tierra.

Concierto Buena Vista Social ClubFoto: Talia Delgado

Imediatamente después subieron al escenario los 15 músicos de BSC y con los primeros compases Sala Palatului se transformó en un club cubano de los años 50.Al estilo de las antiguas “big bands” durante dos horas los integrantes de la banda hiceron gala de la complicidad y amistad que les une y que les convierte más en una familia que en una banda.

En ese ambiente familiar casi tres generaciones de músicos cubanos compartieron con el público algo más que su virtuosismo músical; compartieron su cultura, sus bailes, su forma de ser y de vivir todo ello, salpicado con la ironía y dobles sentidos caracterísiticos cubanos. Una combinación de humor, improvisaciones, diálogo músical y complicidad entre leyendas de la música cubana , los recién llegados a la banda y el público, que acabó transformándose en un instrumento más de la banda .

El repertorio incluyó chachachá, danzón y bolero encarnados en clásicos cubanos como Quizás o Dos gardenias, acunadas con la voz jazz de Omara Portuondo, quien a sus 82 años y con una desbordante personalidad, consiguió animar una sala llena de gente de diferentes edades. Eliades Ochoa trajó la esencia del son cubano con las conocidas Chachán, El cuarto de Tula y Candela con las que el entregado público vibró en éxtasis.

Un concierto en el que no existieron artistas y público, sino un único pulso, un latido uniforme, una vibración conjunta de la mano de los ritmos cubanos y de la maestría de Buena Vista Social Club.