La tensión está a flor de piel en el enclave exsoviético de Transnistria, una región separatista de Moldavia de mayoría prorrusa incrustada entre una estrecha franja a lo largo del río Dniéster y Ucrania. Un polvorín de la Guerra Fría que roza estas horas la implosión después de hibernar durante 30 años, relata El País.

Las repentinas explosiones en un edificio del Ministerio de Seguridad de la oficialmente denominada República Moldava de Pridnestrovia, situado en la capital Tiraspol, en una sección militar cerca de la aldea de Parcani y en las torres de radio y televisión en Grigoriopol han provocado una súbita escalada de inseguridad en Transnistria, cuya independencia no ha sido reconocida por la ONU ni por la propia Rusia.

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