Cuando estalló la guerra hace más de tres décadas, Muhammad Hussain, de apenas 23 años, asumió la responsabilidad de llevar a su esposa, su madre, dos hermanos y cuatro hermanas a un lugar seguro fuera de Afganistán. Fue el comienzo de una odisea que los llevó a Turquía, Irán y luego en 1989 a Siria, donde creyó que hallaron la paz. Comenzó a rehacer su vida a través del trabajo, primero en la construcción, después con dos negocios propios, pero vio todos sus esfuerzos acabarse cuando estalló la guerra en el país al que llamaba su hogar, relata ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados.

Nava cu migranti, adusa in Portul MidiaFoto: Garda de Coasta

Desde el 2011, más de 5 millones de refugiados han huido de Siria, país ya no muy conocido por acoger a miles de refugiados de otros lugares, que con frecuencia se hallan atrapados por el conflicto. ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, solicitó este año a los países de reasentamiento abrir sus puertas a 1.500 refugiados que se encuentran aún en Siria - 1.340 iraquíes, 80 afganos y 80 personas de otras nacionalidades - y quienes no están adecuadamente protegidos.

Hussain es uno de los que tuvo suerte. Tras llegar a Rumania, donde se entrevistaron con ACNUR, él, su esposa Sakhina y su hijo menor Murtaza Husaini, de 18 años, se encuentran ahora en el Reino Unido. Gracias al apoyo de ACNUR y la generosidad del gobierno británico a través de su programa de reasentamiento, la familia tiene una oportunidad de recomenzar su vida una vez más.

“Cuando comenzó la guerra pensé que terminaría en unos pocos meses”. Con el correr de las décadas, los hermanos y hermanas de Hussain y sus dos hijos mayores hallaron la seguridad en lados opuestos del mundo, en Estados Unidos y Australia.

“El reasentamiento garantiza la seguridad de los refugiados porque son trasladados a un tercer país seguro”, explicó Montserrat Feixas Vihé, representante regional de ACNUR para Europa central. “El Centro de Tránsito de Emergencia de Timisoara, en Rumania, es un lugar importante donde los refugiados en camino hacia un país de reasentamiento pueden permanecer seguros mientras se completa su caso”.

La vida en Siria era relativamente buena antes de que comenzaran los enfrentamientos en 2011, recuerda Hussain. Repitiendo las palabras de los refugiados en el mundo entero, agrega: “Cuando la guerra comenzó, me dije: ‘Terminará hoy, tal vez mañana, después de unos pocos meses’. Hasta 2014 aún pensaba que habría paz”.

Abandonando a regañadientes esa esperanza, se registró en ACNUR como refugiado en Siria ese año. En Siria tomó algunas decisiones que personas con vidas más cómodas en países en paz podrían hallar difíciles de entender, según explicó. Desesperado por brindarles seguridad y educación a sus dos hijos mayores, usó sus ahorros de toda una vida, las ganancias de sus dos negocios, para enviarlos fuera del país. Los mandó al exterior separados, recurriendo a traficantes de personas.“No quiero que la gente me ayude. Me gusta ayudar a la gente”.

Para quien se sienta tentado de juzgar su decisión, dice: “Tenemos un dicho en mi país: ‘Las personas con el estómago lleno no piensan como quien pasa hambre’”. A los 57 años, Hussain agradece poder comenzar de nuevo en el Reino Unido. “En los pocos años que me quedan, mi vida estará en paz”, indicó. A través de un intérprete, dijo en su dari natal que espera aprender inglés al igual que aprendió árabe en Siria.

Su esposa, Sakhina, está menos entusiasmada con la idea de aprender otro idioma en un nuevo país tras una vida de cambios.

Hussain planea poner en práctica el consejo que les dio a sus hijos durante la vida itinerante de la familia. “Les dije: ‘A donde vayan, traten de integrarse’”. En cuanto llegó al Reino Unidos prometió “comenzar a trabajar de inmediato. No quiero que la gente me ayude. Me gusta ayudar a la gente”.