La polémica creada por el erróneo etiquetado de productos de carne de ternera como de equino puede provocar nefastas consecuencias sobre la imagen de Rumanía hacia el exterior, que ya de por sí está deteriorada por la lacra de la corrupción, la falta de integración de la etnia gitana y la inestable política interna. La inquietud aparente del primer ministro rumano, Victor Ponta, está justificada. Están saliendo a la palestra informaciones en los medios de comunicación internacionales que colocan a Rumanía como el foco del escándalo, por lo que Bucarest ha puesto el grito al cielo: "Las acusaciones son injustas".

Victor PontaFoto: Agerpres

Ponta reiteró una vez más que no se ha producido ningún fraude de etiquetado de carne de caballo como carne de ternera después de que la empresa francesa Comigel apuntara a un matadero de Rumanía como origen de las partidas. "Tenemos que promover que se ha procedido correctamente en Rumanía", señaló Ponta, que precisó que si se encuentra alguna irregularidad, entonces se cerrará el matadero".

Consciente de su importancia de cara a Bruselas, el socialdemócrata Ponta se ha implicado directamente para atajar cualquier problema que pueda ocasionar hacia Rumanía. Incluso, la grave situación alimentaria causada por este escándalo resultaría más perjudicial que cualquier crisis política, puesto que la política vive de las polémicas y enfrentamientos, mientras que en estos momentos se está jugando con la salud de los ciudadanos con este asunto.

"Hemos hecho todos los controles necesarios".Así de tajante se mostró el ministro de Agricultura, Daniel Constantin antes de informar que la Unión Europea realizará una revisión de todo el etiquetado a partir del próximo 1 de marzo y que se modificará la legislación europea. Mientras tanto, Reino Unido y Francia intentan eximirse de su responsabilidad y centrarse en los países con una peor proyección. La exportación de carne de caballo mueve entre 10 y 12 millones de euros al año.