Quizás me rebelo contra algo que a todos parece evidente. Esas etiquetas que nos llevan a analizar a las gentes de los países, a los ciudadanos de las regiones con rasgos unitarios, cuenta Carlos Sanz, presidente de la Asociación de Empresas Españolas en Rumanía (ASEMER), en su cuenta deFacebook.

Carlos Sanz, presidente de ASEMERFoto: ASEMER

Es cierto que el ambiente, el clima, la forma de estar, nos hace disfrutar de cosas comunes y nos impregna de cierta uniformidad. Pero me niego a creer que podemos establecer una relación directa entre el lugar donde se nace y la forma de ser.

En España lo hacemos con rotundidad. Los catalanes, los andaluces, los gallegos. Nos gusta la seguridad de la pertenencia. Es como ser del Madrid o del Atletico. Marca carácter. Aquí en Rumania escucho lo mismo. Los de Ardeal son tal, los de Oltenia son cual.

Seguiré pensando que no. Que sin perjuicio de la cultura que "respiras" cuando te formas e incluso el idioma que te conforma el cerebro, el individuo es él. Bueno a menos bueno, hipócrita o sincero, egoísta o altruista.

Me sumo a lo que respondió Winston Churchill a la pregunta de un periodista sobre lo que pensaba de los franceses "No lo sé. No los conozco a todos".