Como todo pueblo de hondas raíces campesinas, a lo largo de su historia los rumanos han identificado multitud de señales, muchas veces relacionadas con el comportamiento animal, que les ayudan a afinar el pronóstico del tiempo, explica Carlos Basté en su blogBucarestinos.

Ce frig !Foto: USER UPLOADED

Así, si un paisano observa que una ternera, tras abrevarse, juega con el hocico en el agua, pronostica sin dudarlo una gran tormenta. Lo mismo augurará si, en invierno, crujen los maderos de su casa o si su gato, normalmente ladino y perezoso, brinca y retoza en casa o si las ovejas saltan de alegría, los gorriones pían animados sobre el estiércol o las vacas mugen más de lo habitual y miran inquietas al cielo. Si los carneros se pelean de buena mañana en el establo, esperará un día ventoso y si ha soñado con serpientes o con un día borrascoso, esperará que caiga una buena tempestad.

Si el gato se coloca frente al horno o el radiador, araña la estera o trepa por la puerta de casa es señal de que se acerca el frío. Lo mismo podemos pensar si herrerillos, strixes – una especie de búho, común en tierras rumanas - o gorriones cantan junto a nuestra casa o si las hormigas y las moscas desaparecen antes del día de San Andrés (30 de noviembre). Una helada puede ser anunciada por un sueño protagonizado por peces, si se enrojece más de lo habitual el soporte del caldero sobre la lumbre o si vemos cómo los gorriones buscan cobijo bajo el alero de nuestra casa.

Por su parte, la nieve se anuncia con sueños sobre lucha u ovejas, cuando sudan las ventanas o si revolotean muchos cuervos sobre nuestras cabezas (¡qué inquietante es ver enormes bandadas de pájaros negros sobrevolar Bucarest a finales de otoño, anuncien nieve o no!).

Sea como fuere, desafortunadamente, a los infelices urbanitas, que carecen de establo, caldero, terneras o carneros o que difícilmente distinguen una paloma de una tórtola – no digamos ya un strix o un herrerillo -, apenas les queda el gato y sus sueños para predecir el mal tiempo.