En 1987, sólo dos años antes de que la Revolución acabase con el régimen comunista, tuvo lugar en Alba Iulia una proeza urbanística que dejó con la boca abierta a quienes tuvieron la suerte de presenciarla, explica Carlos Basté en su blogBucarestinos.

Las autoridades comunistas decidieron convertir el Bulevar de Transilvania en una gran avenida, sin embargo, sus planes se toparon con el Bloque A2, un edificio de 100 metros de longitud, 17 metros de altura, 12 metros de anchura y de 7.600 toneladas de peso que albergaba a más de 80 familias y se levantaba en medio de lo que debía ser tan importante y central arteria urbana.

Ante el frenesí demoledor del régimen, un ingeniero llamado Eugen Iordăchescu, del Instituto Proiect București, que a lo largo de su carrera se destacó por salvar 29 edificios de la piqueta - incluyendo 13 iglesias y monasterios -, propuso una original solución para evitar la destrucción del inmueble. Iordăchescu dividió el edificio en dos estructuras iguales, apoyó cada una de ellas sobre una gran plataforma de hormigón, dotada de ruedas, que debía trasladarse sobre rieles empujada por dispositivos hidráulicos.

Siga leyendo la historia.