Mi historia personal se intercepta con Rumanía en 2007, año de mi primera visita al país, pero me permitiré incluir una reflexión sobre una época anterior, que me hago a menudo, como introducción a un artículo que tanto podría centrarse en este país como en España. Soy el mayor de siete, tengo casi 46 años, echen cuentas.

José Miguel ViñalsFoto: Hotnews

En casa trabajaba mi padre y tras unos cuantos años mi madre también lo hizo. Teníamos un coche que mi padre aún conserva, familiar, donde nos amontonábamos todos – literalmente, aunque no el de la foto – cuando salíamos de fin de semana o íbamos a veranear a la casa alquilada por mis abuelos de El Masnou, a 13 km de nuestra Barcelona. Recuerdo cuando tuvimos tele en color y lo pude decir en clase. Todos fuimos a la escuela si bien mis libros pasaban a mis hermanos, todos nos vestíamos, si bien mi ropa también pasaba a mis hermanos, y todos comíamos, cada uno lo suyo. Jugábamos con cosas muy básicas y leíamos muchos tebeos (cómics). No faltaba nada importante, tampoco nos sobró nada superfluo. Nos considerábamos clase media de la época. Hoy, 46 años después, en una familia de clase media de la época trabajan siempre ambos padres (si tienen trabajo) y crían un niño, máximo dos. Los ven poco pues llegan tarde a casa, les cuesta media vida pagar la hipoteca del pisito de 60 m2, no acostumbran a alquilar casa de vacaciones en verano, quizá tengan 2 coches por imperativo laboral, al niño no le faltará ipad, tableta, u otros sustitutos- mucho más baratos – que tener hermanos y ropa de temporada que no tienen a quien pasar si no es a Cáritas. Posiblemente tampoco quieran, pero aunque quisieran tener 3 o 4 hijos, no podrían, no los podrían mantener.

Como el diferencial en el pequeño intérvalo de una función matemática, el cambio social no se percibe a menos que agrandes la foto. De año en año cada vez un poco más difícil tener familia, en 40 años la diferencia es brutal.

“¿Por qué en el Banat tienen sólo un hijo?” Me preguntan.”No sé”. “Porque no pueden tener medio”. Y se ríen. Quiere ser un chiste, y con él quieren explicar el carácter tacaño de los habitantes de esta región occidental de Rumanía. Pero no es cierto. Tienen un sólo hijo porque no pueden tener más, o quizá les costaría demasiado sacrificio, y también los valores han cambiado. Igual que en España.

Pero no siempre fue así. En la siguiente tabla del informe sobre la demografía en Rumanía del INS de octubre 2013 (http://www.insse.ro/cms/files/publicatii/pliante%20statistice/12_Brosura%20demo.pdf) hay, entre otros, los siguientes gráficos de interés:

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