En la Asamblea General de la OIV celebrada el viernes 7 de Junio de 2013 en Bucarest se aprobó entre otras la resolución OIV-ECO 492-2013 de 'Evolución de la definición OIV (LIUBLIANA 7/76) del enólogo y su papel'. Esta nueva definición constituye un hito histórico para la profesión de enólogo que la ha perseguido durante largos años y que por ello está siendo celebrado en el colectivo enológico internacional.

Hay que tener en cuenta que la definición vigente hasta ahora conocida como Declaración de Liubliana había sido redactada por la anterior Oficina Internacional de la Viña y el Vino que modificó su tratado en 2001 para transformarse en Organización Internacional de la Viña y el Vino.

La diferencia fundamental entre las dos es que en la actual OIV los acuerdos se toman por consenso (unanimidad) por lo que estos acuerdos tienen grados de seguimiento y obligatoriedad mucho mayores en los 45 países que la conforman. En la resolución ECO-FORMAT 11-492 las funciones del enólogo se desglosan en 5 fases: Fase I: Producción de uva; Fase II: Transformación de la uva, producción de vino; Fase III: Control de la Producción; Fase IV: Comercialización y adaptación de los productos al mercado y Fase V: Análisis. En todas ellas se incorporan nuevas funciones y responsabilidades al enólogo.

A partir de ahora la OIV deberá actualizar en los próximos años la formación necesaria para ejercer la profesión de enólogo atendiendo a sus nuevas funciones y competencias.

Además, en el análisis sobre comercio mundial del vino, la OIV recoge la buena evolución del comercio mundial del vino que, tras una leve disminución durante el peor año de la crisis (2009) se ha recuperado con fuerza hasta alcanzar en 2012 un valor total estimado en 25.320 millones de euros. Crecimiento en valor que no se ha dado este año en términos de volumen, al descender ligeramente hasta los 98,2 millones de hectolitros por la relativa escasez de vino generada a nivel mundial en las cosechas del pasado otoño, relativamente cortas, sobre todo en Europa.

Por tipo de productos, esta relativa escasez de vino ha afectado más seriamente a los de menor valor, provocando una caída del 4,2% en las ventas mundiales de vino a granel, cuyo precio aumentó un 23% hasta permitir, todavía, una facturación un 18% mayor a la del año anterior.

Por su parte, vinos espumosos y envasados registraron subidas de precio muy inferiores, compatibles con el ligero crecimiento de espumosos en volumen (1%) y una ligera caída de los envasados (‐1,2%), pero registrando en ambos casos aumentos sensibles de la facturación.

La nueva situación de menores disponibilidades de vino afectó también de manera dispar a los países productores, con Chile, Argentina, Sudáfrica, Francia y Portugal aumentando sus ventas en volumen, mientras España e Italia las disminuyeron notablemente.

Ampliando la comparación desde el inicio del presente siglo, se muestra como los países del “nuevo mundo” consiguieron aumentar sus exportaciones a una media del 6,9% anual, mientras los productores tradicionales solo alcanzaban un 4,2% anual.

Desde el punto de vista de los importadores, los hay de muy diferente signo en función del tipo de vino que compran mayoritariamente, con Japón y Bélgica invirtiendo mucho en vinos espumosos; Francia, Alemania y en menor medida Rusia, importando mucho vino a granel o en envases de más de dos litros; y Canadá, China, Holanda, Estados Unidos y Suiza adquiriendo fundamentalmente vinos envasados.