Se trata de un proyecto paneuropeo cuyo objetivo pasa por conseguir intensidades láser lo más elevadas posible y pulsos muy cortos. Se trata de un conjunto de instalaciones de láseres ultraintensos basados en la tecnología CPA (Chirped Pulse Amplification). Esta tecnología consiste en la generación de un pulso láser de intensidad modesta y muy corta duración (femtosegundo) para, antes de amplificarlo, abrirlo temporalmente, aprovechando su ancho de frecuencias. Posteriormente, el pulso se recomprime temporalmente, tal que es posible concentrar una energía de kilojulios en pocos femtosegundos, y obtener esas intensidades extremas a las que se refiere el nombre de la instalación.

La Comisión Europea aprobó la financiación del proyecto ELI en Magurele, con el objetivo de crear el láser más potente del mundo. "La Comisión Europea aprobó hoy el apoyo a la infraestructura de investigación que implica a 40 instituciones de 13 países europeos. La contribución por parte de la UE proviene de los fondos estructurales y rondará los 180 millones de euros".

En el proyecto colaboran 40 instituciones de 13 países europeos: Alemania, Bulgaria, España, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Lituania, Polonia, Portugal, Rumania, Reino Unido, República Checa. El presupuesto estimado de construcción y operación será de 700 millones de euros (para las tres primeras instalaciones) y 50 millones por año, respectivamente.

La instalación supone un reto tecnológico de primer nivel. De hecho, los láseres de este tipo están avanzando muy rápidamente, hasta el punto de que constantemente se superan barreras que hasta ahora parecían infranqueables. Una infraestructura así tiene un efecto aglutinador sobre la comunidad científica y tecnológica, que puede resultar en beneficios mucho más allá de su mera construcción. La tecnología de estos pulsos avanza de forma similar a lo que sucede con los ordenadores; cada vez tienen mayores prestaciones y son más baratas. Su éxito debería ir más allá de la instalación propiamente dicha, ya que se espera que de ella se deriven una más amplia difusión de estas tecnologías y una mayor presencia de láseres de teravatio en laboratorios, hospitales y centros de investigación.

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