12 meses, 52 semanas y 365 días. Mi concepción no fue accidental sino fruto de la pasión, fui deseado y así lo sentí desde el primer segundo de mi existencia. Aunque mis padres tenían experiencia y no eran primerizos yo era el primer mestizo de la familia, por eso hubo muchos nervios antes de mi nacimiento casi todos ligados a la aceptación social que tendría alguien crecido a caballo entre la cultura rumana, latinoamericana y española. Me gusta el hecho de llevar el ADN de tres culturas con las que tanto me identifico, relata el portal Hispatriados.

El embarazo discurrió entre la alegría de los primeros latidos y los temores de cualquier padre ante la llegada de un recién nacido. No faltaron los antojos típicos que obligaban a cambiar los planes establecidos de un día para otro. Las ecografías daban signos de una buena salud y mis padres sonreían pensando: a quién se parecería, qué diría la gente…

Se sucedían los preparativos y ante mi inminente llegada afloraban los nervios; Y si… era la forma habitual de comenzar el día: Y si no estamos preparados, y si no sale bien, y si la familia no quiere reconocerlo, y si no se adapta, y si se convierte en un apátrida. Tras nueve meses de intensa preparación física y mental para mi nacimiento, vine al mundo el 8 de febrero de 2012.

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