El país busca equipararse económicamente a la media europea gracias a su posición estratégica y a una mano de obra cualificada y competitiva, pero sigue lastrado por la complejidad administrativa y el carácter poco predecible de su legislación, publica la revistaEl Exportador.

Autostrazile in RomaniaFoto: CNADNR

Rumanía lleva dos decenios de cambio ininterrumpido en los que ha vivido una incierta secuencia de acontecimientos: crecimiento económico sostenido, recesión, una recuperación titubeante y ahora un reciente retorno a la solidez.

En mitad de esta difícil peregrinación, su economía se ha visto apuntalada por los fondos estructurales que ha recibido tras su adhesión a la Unión Europea en 2007, a pesar de que no los ha absorbido de manera demasiado eficiente.

El país no fue, ni mucho menos, inmune a la crisis internacional de 2008, que dio origen a una drástica desaceleración. En 2011 comenzó a verse la luz, pero 2012 fue nuevamente decepcionante. El retorno a una senda positiva solo comenzó a asentarse a partir de 2013, y para este año se prevén cifras saludables. Según el Banco Mundial, su economía crecerá más de lo previsto: un 2,8% en 2014 y un 3,2% en 2015. La Comisión Europea también ha revisado al alza sus predicciones y estima que el PIB de Rumanía se expandirá un 2,5% este año y un 2,6% el que viene.

Todo ello apunta a una vuelta a la normalidad, caracterizada por un crecimiento moderado y sostenible. Sin embargo, ese ritmo de expansión puede ser insuficiente para un país que es todavía el segundo más pobre de la UE, después de Bulgaria, y cuyo PIB per cápita representa menos del 24% de la media europea.

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