Un controvertido plan para capturar y sacrificar a decenas de miles de perros callejeros en Bucarest divide a los rumanos, parte de los cuales cree que es la mejor solución a un grave problema de seguridad, mientras que otros lo considera una salvajada, publica el diario20 minutos, reportaje elaborado por la Agencia EFE.

Maidanezi in CapitalaFoto: Agerpres

La muerte de un niño de cuatro años hace unos días, tras ser atacado por una jauría de perros en un parque de Bucarest, y la recién aprobada ley que autoriza el sacrificio de los canes ha levantado una agria polémica en el país.

El pequeño no es la primera víctima mortal de un ataque de caninos en la capital rumana, donde se calcula que merodean 65.000 perros callejeros. En 2012, unas 16.000 personas fueron atacadas por canes sin dueño en la capital rumana, 2.000 más que en 2011, según datos oficiales, y hace unos años, una mujer y un turista japonés también fallecieron en incidentes parecidos.

Los perros deambulan por los mercados a la búsqueda de comida y por edificios abandonados ante la desidia de las autoridades locales, pero también se les ve en calles céntricas, cada vez más concurridas por turistas extranjeros.

Los rumanos que sienten simpatía por el considerado "mejor amigo del hombre" y las asociaciones defensoras de los animales proponen como alternativa esterilizarlos y ofrecerlos en adopción.

"Mientras las personas tengan perros que no están registrados y se dejen libres por las calles y parques sin ningún tipo de responsabilidad, no se podrá hacer nada", lamentó en declaraciones Nura Caraiani, una rumana de 50 años.

"Que sean recogidos y llevados a un refugio en la periferia de Bucarest y que allí sean castrados, de modo que se reduzca su presencia", sugiere Caraiani, que denuncia que el Parlamento rumano ha aprobado la denominada "ley de la muerte".

A diferencia de la que ya se adoptó en 2011, declarada inconstitucional, la nueva norma establece que los perros sólo podrán ser exterminados si sus dueños no los reclaman o no son adoptados en un plazo de 14 días.

"No se pueden sacrificar de manera colectiva", argumento Mircea Marinescu, presidente de la Federación para la Protección de Animales, quien en declaraciones dijo que recurrirá "esta ley criminal" ante la Corte Constitucional.

Sin embargo, muchos rumanos reconocen que salen a la calle con miedo de ser atacados por alguno de los miles de perros abandonados. "Tampoco queremos ver a los perros muertos, pero deseamos que se solucione este problema ya", señaló Oana Grigore, una joven de 28 años a favor de aplicar la eutanasia a los animales.

"No podemos permitir que se vaya con miedo por las vías públicas y que los más pequeños jueguen inseguros en los parques", agregó Grigore, quien lamentó que los políticos sólo hayan reaccionado tras la muerte de un niño. Un suceso que ha conmovido a todo el país.

El propio alcalde de Bucarest, Sorin Oprescu, anunció con lágrimas en los ojos que en octubre se celebrará un referéndum sobre el sacrificio de perros.

Sin embargo, para muchos vecinos esta promesa llega tarde. "Nos ha engañado, nos prometió que arreglaría el problema de los perros callejeros pero no ha hecho nada desde que asumió el poder en el ayuntamiento hace cinco años", denunció Grigore.

El coordinador de la Autoridad para la Vigilancia y Protección de los Animales, Razvan Bancescu, reveló en declaraciones que ya hay 11 equipos que se están encargando de la captura de unos 35 perros por día. "Antes recibíamos 70 reclamaciones diarias contra perros callejeros, ahora unas 200", indicó Bancescu.

La polémica sobre los perros se remonta a los años 80, cuando el dictador comunista Nicolae Ceausescu forzó a cientos de miles de rumanos a mudarse a las urbes para cumplir con sus planes de industrialización. Ante la imposibilidad de tener a sus mascotas en la vivienda, muchos rumanos se vieron obligados a abandonarlas.

Según diversas ONG, unos 145.000 perros asilvestrados fueron sacrificados en Bucarest entre 2001 y 2007, durante el mandato del entonces alcalde y hoy presidente rumano Traian Basescu. Esos sacrificios no solucionaron el problema y la presión social e internacional, con la actriz francesa Brigitte Bardot liderando las protestas, consiguió poner fin a esa política en 2008.