"No querría recordar a nuestros amigos europeos cuánto nos condicionó la privatización del sistema bancario para adherirnos a la Unión Europea". Con esta rotundidad se expresó hace unos meses el presidente rumano, Traian Basescu, cuando la autoridad austríaca de los mercados financieros y el Banco Nacional exigieron a sus entidades que cortaran el grifo del crédito a los países de la Europa del este.

Pese a que la economía de que Rumania creció un 2,5% en 2011, los organismos del país centroeuropeo decidieron aumentar las reservas de sus propios fondos de un 2% a un 3% y recortar la concesión excesiva. Estas medidas se adoptaron por la amenaza de la agencia Moody's de que está examinando continuamente las perspectivas de calificación de la deuda austríaca, al igual que las de los demás Estados de la zona euro.

"Los bancos extranjeros obtuvieron enormes beneficios en Rumania, por lo que sería una falta de 'fair-play' (juego limpio) y moralidad que abandonasen la economía nacional sin financiación en tiempos de crisis", precisó el máximo mandatario que se marcó como objetivo luchar contra la fragmentación de la 'Gran Familia' y la Europa a dos velocidades.

"A principios de los años 90, ningún rumano tenía una tarjeta de crédito, ni de débito, sino una libreta de ahorro en el banco nacional", contó el europarlamentario del Partido Democráta Liberal de centro-derecha, Theodor Stolojan, quien precisó que "los bancos se lanzaron hacia la conquista de un mercado vírgen".

La intrusión de la banca en el incipiente sistema financiero de la Europa central y del este provocó que las nuevas entidades se movieran a sus anchas. "Practicaron en Rumania tipos de comisiones y tasas que no se hubieran atrevido a hacer en sus propios países", denuncia Stolojan.

Las autoridades húngaras, por su parte, sigue investigando si siete bancos austríacos entre los que se encuentran Erste, Raiffeisen y Unicredit alcanzaron a un acuerdo para subir los tipos de interés de los créditos hipotecarios. Estas tres entidades reconocieron que están obligadas a revisar sus planes para condicionarse al desarrollo de una refinanciación local.

"Es normal evaluar en qué país invertir, cuáles son los más caros y menos y, en ese sentido, Rumania gana", se defendió el presidente Raiffeisen Bank Romania, Steven van Groningen.

Los austríacos temen una quiebra del Estado inducida por lo que ha sucedido en Irlanda, que tuvo que pedir un rescate al Fondo Monetario Internacional para evitar la bancarrota. Las instituciones bancarias llegaron a invertir más de 300.000 millones de euros en la Europa central y oriental, más que su propio Producto Interior Bruto (PIB). Y se estima que entre el 6% y el 40% podría ser activos tóxicos.

Los líderes de la Unión Europea, por su parte, decidieron exigir a los bancos que incrementaran el capital hasta un 9%; es decir, reunir unos 100.000 millones de euros hasta junio de 2012.

Rumania y Polonia insistieron en que esta capitalización no se realice mediante la recogida del 'banco-madre' de la filial que se halla en estos países. "Si un banco extranjero retira capital de la sucursal de Rumania, el crédito sufrirá", explicó Lucian Croitoru, consejero del Gobernador del Banco Nacional rumano. En otras palabras, explica, se ejercerá una mayor presión sobre el 'leu', divisa rumana', el tipo de interés subirá y el Estado tendrá grandes dificultades para acceder a préstamos.

Los expertos están denominando este momento como el 'trágico final del colonialismo financiero', después de que los bancos austríacos y griegos invadieran el mercado rumano apropiándose con más del 50% de este sector estratégico desde 2001.

Con 544 sucursales, cerca de 6.000 empleados y con casi dos millones de clientes en Rumania, Raiffasen Bank está radicada en Bulgaria, Hungría, Serbia, Chequía, Albania y Kósovo, entre otros muchos, por lo que se teme que estos países se tengan que enfrentar a un brusco 'credit crunch'.

La exposición de los bancos madres en sus filiales descendieron un 7%, unos 19.000 millones de euros, entre diciembre de 2010 y junio de 2012, según se desprende un informe sobre la Estabilidad del Banco Nacional.

"Se privatizó pero esto no significa que se puede colocar a Rumania en una situación complicada puesto que nadie no dijo: 'amigos, vender los bancos que luego haremos lo que queremos nosotros'", concluyó Basescu.