El liberal Klaus Iohannis fue investido este domingo nuevo presidente de Rumanía en una ceremonia celebrada en Parlamento de Bucarest, que puso fin el segundo mandato de un lustro de Traian Basescu.

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“Después de una ola de entusiasmo, los rumanos empiezan a dudar, pero si las grandes expectativas traen decepciones, le digo a todo el mundo que también se pueden conseguir grandes logros”, señaló Iohannis, quien destacó que Rumanía no puede seguir siendo “un país de proyectos iniciados y nunca terminados”.

“Deseo que al final de mi mandato la corrupción ya no figure en la agenda pública”, dijo el nuevo mandatario, de 55 años, en una breve alusión a la lucha contra esta lacra, uno de los pilares que lo impulsaron hacia la Jefatura de Estado.

Iohannis, perteneciente a la minoría alemana del país balcánico, también se ha propuesto crear una nueva imagen del país: “Quiero que se pueda decir que Rumanía ha sorprendido al mundo por su transformación cinco años más tarde”.

El flamante presidente reveló que la receta para conseguirlo no pasa sólo por modificar la legislación sino que “deber estar acompañado de un cambio de mentalidad y manera de trabajar”.

Ante los condicionantes de la nueva situación geopolítica de la Europa del este, a causa de los movimientos secesionistas en la vecina Ucrania, Iohannis se alineó con el primer ministro, el socialdemócrata Victor Ponta, sobre una aumento del presupuesto que refuerce la seguridad nacional y regional.

“En los primeros seis meses de mandato presentaré una estrategia en materia de defensa. No podemos ser sólo beneficiarios sino también debemos ofrecer seguridad”, afirmó el presidente, que también cumple la función de jefe del Ejército.

El nuevo mandatario rumano asumió oficialmente su cargo un mes después de haber ganado a Ponta, con el 54,66 % de los sufragios.