​Conduce un Rolls Royce blanco aunque más bien parece un vendedor de coches de ocasión vestido con chaqueta de color púrpura, el excéntrico periodista Dan Diaconescu logró situar a su formación política -el Partido del Pueblo- como tercera fuerza del Parlamento rumano tras las elecciones legislativas del domingo. "Si -Nicolae- Ceausescu hubiera disfrutado de los talkshows, habría vivido hasta hoy", suele afirmar Diaconescu, de 44 años y pelo canoso.

Y lo sabe por propia experiencia el dueño de una televisión especializada en cotilleos, que lo ha catapultado a la fama y a conseguir el 14% de los votos en los comicios. En realidad, los electores se decantaron por votar a Diaconescu mucho más que a su partido al que representa, ya que utiliza hábilmente las técnicas de comunicación y sabe cómo tocar la sensibilidad de muchos ciudadanos, según explican los especialistas. En cierta medida, el comunicador se ha acostumbrado a su rol de víctima en sus maratoniano programas: "Vivimos en la época de las víctimas; la victomología se ha convertido en una moda", señala al periódico Adevarul el sociólogo Vasile Dincu, que estudia desde hace años el "fenómeno Dan Diaconescu."

A finales de los años 90 tenía una emisión de Tele 7 Abc, interrumpida varias veces por las inapropiadas declaraciones de los invitados. En ese momento nació su singular personaje en el segundo país más pobre de Europa. Diaconescu fundó el canal OTV, que llegó a ser suspendido por el Consejo Nacional Audiovisual en 2002. Luego, fue investigado por chantaje y, hace un par de meses, protagonizó el circo de la privatización de compañía química estatal, Oltchim. El populista se paseó por la calles de Bucarest con varias bolsas que contenían unos dos millones de euros para entregárselas a las autoridades competentes como aval por la licitación de la empresa estatal, un órdago hacia la coalición gubernamental Unión Social Liberal (USL). Su éxito se debe a su manera de hacer periodismo, mucho más interactivo: "Las demás televisiones preparan sus propios shows.

A sus programas, venían personas que lloraban o se alababan", precisa el periodista Toma Roman. En medio de la incertidumbre social provocada por las feroz crisis económica que está azotando a Europa, las frustraciones han aumentado entre una población agotada por la zozobra de los partidos tradicionales, con miembros arrogantes y corruptos. Este malestar ha sido aprovechado por Diaconescu desde que empezó su andadura como periodista sensacionalista hace 20 años. "Ha creado un movimiento de protesta ante la ausencia de una sociedad civil en Rumania, por lo que protesta por nuestra parte", subraya Dincu. Su osadía alcanzó hasta tal punto que retó al actual primer ministro, el socialdemócrata Victor Ponta, en el mismo colegio electoral en Tirgu Jiu, una ciudad minera que acusa la pobreza, y restó muchos votos a la Alianza Rumanía de Derecha, auspiciada por el presidente Traian Basescu.

El "Mesías" rumano, como le gusta calificarse por su lucha contra la pobreza, sostuvo que bajaría el IVA del 24 por ciento al 10 por ciento y subriría las pensiones con el dinero que recaudaría en su lucha contra el fraude. Además, prometió que crearía miles de puestos de trabajo y concedería 20.000 euros a los futuros emprendedores. Diaconescu, asimismo, se enfrenta a la acusación de chantaje de un alcalde por haber parado la difusión de una información difamatoria sobre él y por la farsa respecto al intento de compra de la planta química.