Rusia ha obtenido con la anexión de Crimea uno de sus mayores triunfos geopolíticos. Putin ha conseguido que la Federación sea respetada otra vez y ha visto cómo la Unión Europea, temerosa de un corte en el suministro del gas, se ha escondido tras una pantalla de palabras vacías y amenazas vacuas. Pese a ello, ¿es esta pequeña península la primera de una serie de nuevas conquistas por parte de la Rusia “expansionista”? El blog Apocalipsis MAD de Guillermo Pulido nos habla de la Doctrina Karaganov, una teoría sobre la nueva línea geopolítica que sigue Moscú tras la caída de la Unión Soviética, explica la revistaMiradas de Internacional.

Republica Moldova si UEFoto: Wikipedia

Esta doctrina defiende que, tal y como hemos visto en Ucrania estas semanas, las nuevas esferas de influencias no se construirían mediante el uso de la conquista militar sino apoyando (y organizando) a las minorías rusas en las Repúblicas ex-soviéticas para poder interferir en las políticas nacionales de éstas. Rusia podría utilizar a estas minorías para crear posibles Estados colchón con los que evitar cualquier tipo de confrontación futura y, de paso, frenar la expansión de la Unión Europea y de la OTAN.

El Este de Ucrania podría convertirse en una especie de República de Srpska ucraniana, que serviría tanto a un bando como a otro para evitar males mayores. El problema es que Putin tiene la mirada puesta en otros lugares: los países bálticos (con un tanto por ciento de rusos muy elevados) podrían convertirse en la siguiente ficha del dominó. Pese a ello, otro Estado ex-soviético cumple todos los requisitos para saltar al ruedo geopolítico en los próximos meses. Moldavia, el país más pobre de Europa, vive dividido en dos partes desde hace dos décadas: la República de Transnistria es uno de esos estados no reconocidos que tiene el apoyo de Rusia (al igual que Abkhazia u Osetia) mientras que el gobierno “oficial” de Chisinau recibe periódicamente millones de dólares de ayuda norteamericana. La situación es parecida a la que se ha vivido en Ucrania: una parte del país desea integrarse a la UE mientras que la otra, independentista, no quiere in oír hablar de ello.