Hace justo un año que el presidente de la cooperativa azucarera Acor, Carlos Rico, anunciaba a los delegados (representantes de los socios) que la sociedad estaba buscando terreno en los países del Este de Europa para cultivar trigo duro y molturar harinas especiales con su homóloga aragonesa Arento, publica el diarioEl Norte de Castilla.

Agricultura in RomaniaFoto: USER UPLOADED

Rico se felicitaba porque ya habían conseguido 800 hectáreas en Rumanía, adscritas ya a las ayudas de la PAC (lo que facilita la concentración parcelaria en el país) y en una zona próxima al río Danubio para garantizarse el traslado de la semilla por barco o por tren, aprovechando que las comunicaciones ferroviarias en ese país son bastante buenas. Con esa cantidad, la cooperativa habría sumado el primer tercio de las 3.000 que pretende y que tanto le está costando cultivar aquí. De esta forma, el presidente de la cooperativa compartía con sus socios el acierto de haber apostado por la diversificación de la actividad de la sociedad conduciéndola más allá de la remolacha, y se garantizó el apoyo para continuar por esta senda en los próximos años.

No en vano, la actividad azucarera de Acor ha pasado de suponer el 98% de las ventas totales en la campaña 2008-2009, a quedarse en el 59% del último ejercicio 2013-14. Aún así, las cuentas no han ido mal, como se apresuró a defender el presidente. La cooperativa ha cerrado con un beneficio antes de impuestos de más de 8,6 millones de euros, once menos que el año anterior (cerraron entonces con 20,48 millones) como consecuencia, principalmente, de la fuerte caída de los precios del azúcar.

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