Era jueves, hacía frío en Bucarest y yo llegaba tarde a una reunión. El guionista me esperaba con el café casi acabado, señal clara de mi tardanza. Solo me alivió que no era el último en llegar, aún faltaban dos personas. Era la primera reunión para hablar de un guion que teníamos que desarrollar, dialogar, buscar financiación y, si todo iba muy bien, quizás en dos o tres años podríamos rodarlo.

Bucarest nevadoFoto: Dragos Asaftei

Mientras esperábamos a las chicas de producción, Philip (así se llama el guionista que acababa de conocer) y yo miramos los resultados de las ayudas del Ministerio de Cultura rumano que (coincidencias de la vida) se acababan de publicar. Dos meses antes, había presentado un proyecto llamado “El pastor de abejas” a estas ayudas y, aunque siempre intentas no ilusionarte, es imposible no hacerlo. Teníamos casi toda la financiación conseguida, el reparto medio cerrado y localizaciones en el sur del país, para rodar en julio de 2017 si nos daban una pequeña ayuda.

Necesitábamos muy poco, pero era imprescindible contar con la ayuda económica del Ministerio. Trasteamos en el ordenador de Philip y ahí estaban: él estaba de suerte, le habían concedido una ayuda para desarrollar un guión. De “ayudas a guión” pasamos a “ayudas a largometrajes”. Miramos con ansiedad y no encontramos mi nombre entre los agraciados, miramos otra vez con más calma, y también con más desazón, y mi nombre seguía sin aparecer. Esto probablemente haría que el rodaje se retrasase un año más en el mejor de los casos. Me tendría que olvidar de rodar en julio.

Llegaron las chicas de producción, dieron la enhorabuena a Philip y a mí me obsequiaron con un par de frases hechas: La siguiente vez, no tienen ni idea… Dejé de lado mi decepción, me centré en la reunión, que fue muy productiva por cierto, Philip y yo nos caímos bien, sentamos los pasos para tener el guion listo en seis meses y volví a casa mustio pensando en “El pastor de abejas” y valorando por qué no había gustado. Siempre que te rechazan un proyecto (y pasa decenas de veces) te entra una gran inseguridad, puede que al fin y al cabo el proyecto no sea tan bueno, puede que el inicio no sea potente, o los diálogos… También, claro, te enfadas un poco y piensas que te tienen manía y cosas así. Después, solo te queda pensar que hay que seguir trabajando y que solo así conseguirás levantar los proyectos. Cada negativa te debe dar más fuerza para seguir intentándolo.

Ante la pregunta “¿Cuál es la siguiente película que va a rodar?” un director americano contestó que eso nunca se sabia, había que tener varios proyectos preparados y luego un cúmulo de circunstancias decidiría cuál se iba a rodar… si se rodaba alguno. Un director español añadió que él veía sus proyectos como caracoles compitiendo en una carrera, avanzaban, pero muy poco a poco y nunca se sabía cuál iba a ganar. No recuerdo el nombre de ninguno de los dos directores, pero me identifiqué totalmente con esas frases. Representan perfectamente mi día a día, así que desde entonces procuro tener siempre varios proyectos listos y, como los malabaristas chinos que en los circos de mi infancia tenían muchos platos girando sin parar, procuro tener varios proyectos (caracoles) preparados para rodar.

Según entré en casa, mi teléfono y mi wi-fi se reconocieron mutuamente y mi teléfono emitió un sonido indicándome que tenía un e-mail. Una productora americana que había conocido tres años antes en Los Ángeles y que me había ofrecido dirigir una película hacía dos, me pedía que la llamara.

Así lo hice y, en español, con su suave acento portorriqueño, me indicó que la película se iba a hacer. Esta vez era la definitiva, después de dos años de continuos retrasos, ahora íbamos a rodar. Teníamos que cerrar el reparto, buscar localizaciones, elegir el equipo técnico… básicamente estaba todo por hacer. De repente, después de dos años de esperas, ahora, teníamos prisa. Había solo dos cosas claras, me indicó: la película se rueda en Puerto Rico, París y las Islas Canarias y tú te vienes a Puerto Rico después de Reyes porque, por temas legales, tenemos que rodar una segunda unidad de la película con planos de recurso y transiciones antes del 14 de enero.

Después de colgar y con una sensación de irrealidad rodeándome, miré por la ventana, era muy probable que esa noche volviese a nevar en Bucarest, pensé que en Puerto Rico estarían en la playa a esa hora, en dos días yo me iba a Madrid a pasar la Nochebuena con mi familia, algunos días más tarde vendrían Nochevieja y los Reyes, pero yo ya tenía mi regalo. Attraction, (ese era el titulo de la película) era el caracol ganador.