El 24 de enero se celebra en Rumanía la llamada Pequeña Unión (frente a la Gran Unión de 1918), en referencia a la unión de los Principados de Valaquia y Moldavia que tuvo lugar a mediados del siglo XIX, dando lugar al embrión de la futura Rumanía. Decir que se celebra es quizás demasiado pues hoy unos lo han hecho y otros no debido a la indefinición del calendario festivo oficial, explica Carlos Basté en su blogBucarestinos.

Klaus Iohannis in Hora Unirii, la IasiFoto: Agerpres

Los ecos de las revoluciones liberales de 1848 llegaron también a Rumanía, sin embargo, aquí las dos potencias en liza, Rusia y Turquía, se ocuparon de sofocar por la fuerza cualquier brote nacionalista. En mayo de ese año, un grupo de liberales, entre los que destacaban Ion Brătianu, C. A. Rosetti o Nicolae Balcescu, había creado un Comité revolucionario que redactó la llamada Proclamación de Islaz, un texto que reclamaba el fin de la tutela extranjera, la unidad nacional – incluida Transilvania -, una Constitución liberal, la abolición de la servidumbre y el reparto de tierras, así como derechos civiles para gitanos y judíos.

En respuesta, los ejércitos turco y ruso entraron en los Principados y acabaron con la tentativa liberal. La convención ruso-turca de Balta Liman de abril de 1849, reforzó la situación de poder compartido entre ambas potencias en ambos Principados y restringió todavía más la capacidad de gobernarse de los rumanos. La Guerra de Crimea tendría que cambiarlo todo.

En febrero de 1853, en otro eslabón de la eterna disputa entre las dos potencias, el zar Nicolás I exigió al sultán que aceptase su protectorado sobre los cristianos del Imperio Otomano. Con el apoyo de Francia y Gran Bretaña, la Sublime Puerta rechazó el ultimátum por lo que en julio, las tropas rusas invadieron los Principados rumanos, depusieron a los príncipes nombrados por el sultán y establecieron una nueva administración militar, dando inicio a la Guerra de Crimea.

Las operaciones militares se desarrollaron en la península de Crimea, donde en septiembre de 1854 desembarcó un ejército franco-británico. Amenazada por Austria, cuya neutralidad era relativa, Rusia abandonó los Principados danubianos, rápidamente ocupados por austríacos y turcos. Sebastopol cayó en septiembre de 1855 por lo que el zar Alejandro II negoció con sus enemigos la Paz de París (marzo de 1856), según la cual admitía la integridad territorial del Imperio Otomano, garantizaba la neutralidad del Mar Negro y perdía su estatus de protector de Valaquia y Moldavia, condición que cedió a las potencias vencedoras.

Tras la derrota rusa, se restituyeron de las Asambleas parlamentarias de Valaquia y Moldavia y su derecho a nombrar a sus príncipes. Los liberales del Partido Nacional, apoyados por Francia, fueron ganando influencia y en 1857 formaron, con amplio respaldo popular, sendos Comités Electorales de la Unión con el objetivo establecer una sola Asamblea para ambos Principados. Aunque el sultán se opuso a esta maniobra, los unionistas eran mayoritarios en ambas asambleas y se pronunciaron a favor de la unificación.

Con la mediación de Napoleón III, las principales potencias europeas aceptaron la creación de unos Principados Unidos, aunque defendieron que Valaquia y Moldavia seguirían funcionando como dos estados separados con su propio gobierno, su príncipe y su asamblea legislativa. En estas circunstancias, las Asambleas parlamentarias iniciaron el proceso de elección de los príncipes y, gracias a la presión del Partido Nacional, en ambos principados fue escogido el coronel Alexandru Ioan Cuza (el 5 de enero en Moldavia y el 24 de enero en Valaquia), convirtiéndose en un príncipe común para ambos Principados y unificándolos de facto. A pesar de todo, no fue hasta 1861 cuando el sultán, teórico soberano de los Principados, admitió la existencia de Rumania como estado, con capital en Bucarest, una Asamblea Nacional y la unidad legal, monetaria, administrativa y militar.