Sabemos de la insigne leyenda de la kula de Budeasa, nada más y nada menos que por un texto del iluminista francés por excelencia, Voltaire, quien escuchó la anécdota del oficial español Roberto José de la Cerda, conde de Villalonga. El noble español sirvió durante años al rey de Suecia, Carlos XII y, tras su muerte, regresó a España pasando por Francia, donde le contó a Voltaire las peripecias del monarca nórdico. Por aquel entonces, el poder de los monarcas suecos ya se había reducido drásticamente y el parlamentarismo de abría paso con fuerza, por lo que Voltaire consideraba que Suecia era “el Estado más libres del mundo” y quería saberlo todo para comprender los motivos de tanta libertad, explica Carlos Basté en el blogBucarestinos.

A principios del siglo XVIII, Europa estaba inmersa en dos enormes escenarios bélicos. Por un lado, las potencias occidentales y centroeuropeas luchaban en España en la Guerra de Sucesión (1701 – 1715) mientras que en el norte, Suecia se enfrentaba con todos sus vecinos por la supremacía del Mar Báltico en la llamada Gran Guerra del Norte (1700 – 1721). Tras ser derrotado en la batalla de Poltava (7 de julio de 1709), el zar permitió a Carlos XII exiliarse a Moldavia, entonces un territorio del Imperio Otomano, por lo que el monarca, acompañado de sus más fieles seguidores – y el conde de Villalonga se contaba entre ellos – puso rumbo a la ciudad de Bender, también conocida como Tighina, hoy situada en la región separatista de Transnistria.

El desventurado Carlos XII atravesó Europa, cruzó Transilvania y se internó en el territorio de Valaquia, encontrando refugio en una formidable casa que los lugareños llamaban kula. Aquel imponente caserón había sido construido, más de 200 años antes, por el capitán Pană, combatiente de otomanos y nobles húngaros junto a Miguel el Valiente (1558 – 1601). Cuando el rey sueco se alojó allí, la kulapertenecía a alguna familia boyarda local aunque, unos años después, a mediados del siglo XVIII, pasó a manos del Gran Preboste de Valaquia, Şerban Budişteanu, encargado de las finanzas y la justicia del Principado. La gloriosa kula se mantuvo en la familia Budişteanu hasta mediados del siglo XX y, tanto el general Alexandru Budişteanu (1836 – 1919) como su hijo Dimitrie, la modificaron y ampliaron hasta darle el aspecto que hoy tiene.

Dos grandes S coronadas, junto a la fecha de 1762, decoran la fachada, posiblemente en referencia a su propietario, Şerban Budişteanu. En el centro, un escudo de mármol indica, según afirman los que saben de heráldica, que allí se alojó un rey, posiblemente el desdichado Carlos XII, en su camino hacia el exilio.

Más modesta, la kula albergó durante años la comisaria de Budeasa y actualmente está en plena reforma, a la espera de la inauguración de un museo que cuente su glorioso pasado y el de la región.