​La terrible plaga del populismo, que denomina posverdades o realidades alternativas a las mentiras de toda la vida, también azota Rumania. El populismo rumano, como en el resto de Europa, se alimenta de la desesperación e intenta romper y aislar, tribalizar, alejarse de todo proyecto común y regresar a las esencias, ese refugio idealizado del nacionalismo que ofrece paz, felicidad y prosperidad a cambio de nada.

Agricultura in RomaniaFoto: USER UPLOADED

En Rumania, paradójicamente, la piñata preferida del populismo ultranacionalista, a la que arrear todos golpes, es la Unión Europea, por lo que muchos medios de comunicación y predicadores varios no dudan en echar mano de posverdades y realidades alternativas – falsedades, vamos - para acusarla sin decoro de todos los males del país, cuenta Carlos Basté en su blog Bucarestinos.

Una de las invenciones más repetidas allí es que Rumania es contribuidora neta al presupuesto de la UE pues, según dicen, aporta más de lo que recibe. Nunca se proporcionan datos para sustentar semejante argumento, parece una verdad absoluta, sin embargo, la realidad es muy distinta.

A partir de estos números, es fácil calcular que, entre los años 2000 y 2015, la contribución neta de la UE a Rumania asciende a 24.678 millones de euros y en todos los años ha sido positiva a favor de Rumania. ¡Nunca Rumania ha aportado a la UE más de lo que ha recibido!

Otra de las tergiversaciones recurrentes es que, tras la adhesión de Rumania a la UE, el 70 % de la tierra cultivable ha sido adquirida por oscuras corporaciones extranjeras que intentan dominar el país. A falta de datos oficiales del gobierno de Rumania, de acuerdo con un estudio realizado por el Transnational Institut para la Comisión de Agricultura de la UE, entre el 20 y el 30 % del terreno arable rumano pertenece a personas, físicas o jurídicas, del resto de Europa – entre las que se cuentan, por ejemplo, el Bardeau Holding, una empresa asociada al conde austríaco Andreas von Bardeau, un fondo de inversión del banco holandés Rabobank o la empresa italiana Generali -, mientras que un 10 % del terreno es propiedad de entidades ajenas a la UE – como la compañía libanesa Maria Group, por citar alguna -, lo que sumaría un máximo de 5 millones de hectáreas sobre un total de más de 13 millones de hectáreas cultivables.

De nuevo, los datos contradicen las farsas del populismo ultranacionalista rumano, tan en boga también en otros países del Este de Europa, como Hungría y Polonia, y que tanto amenaza el proyecto común de la Unión Europea.