Maia Sandu, quien representará a los partidos proeuropeos en la segunda vuelta de las primeras elecciones presidenciales de Moldavia, es un personaje relativamente nuevo en la escena política de este país. Su mensaje anticorrupción y proreformista, que no deja de promover desde que apareció por primera vez en la escena pública, hace cuatro años, ha convencido a casi 40% de los moldavos a darle su voto en las elecciones del domingo, y la ha propulsado por los pelos en el enfrentamiento final que tendrá dentro de dos semanas con el representante de la izquierda prorrusa, Igor Dodon.

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Maia Sandu tiene 44 años y entró en el sistema político de Chisinau en el 2012, cuando fue nombrada ministro de Educación durante el segundo Gobierno dirigido por Vlad Filat, como representante del Partido Liberal Demócrata de Moldavia. Hasta aquel entonces había rehuido el mundo de los negocios, en el que se entrelazaban los intereses de los partidos y de los líderes políticos de distintos colores.

En 1994 se graduó en la Facultad de Management de la Academia de Ciencias Económicas de Moldavia, cursó luego un máster en Relaciones Internacionales, hasta 1998, y después de más de una década, entre 2009 y 2010, cursó un máster en Administración Pública en la Harvard Kennedy School of Government de EEUU.

Desde el punto de vista profesional, en 1994, apenas había acabado sus estudios, consiguió empleo en el Ministerio de Economía de Chisinau, donde desempeñó los cargos de consultor y director adjunto de la Dirección General. Después, entre 1998 y 2005, trabajó como economista en la oficina del Banco Mundial, y entre 2005 y 2006 volvió al Ministerio de Economía como director de políticas macroeconómicas y programas de desarrollo.

Posteriormente fue coordinador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2007), consultor para la reforma de la Administración Pública Central (2007-2009), y entre el 2010 y el 2012 desempeñó el cargo de consejero del director gerente del Banco Mundial, en Washington DC.

Renunció al cargo para entrar en el segundo Gobierno de Filat como ministro de Educación. Según Rise Project Moldova, el cambio tuvo un impacto decisivo sobre su fortuna: en los primeros siete meses del 2012, en los EEUU, cobró 70.000 dólares; en Moldavia, como ministro, recibió tan solo 33.877 lei en cinco meses. Según indica la misma fuente, no solo que no había ahorrado nada antes del verano de 2015, sino que su fortuna se redujo de los 164.000 dólares que mantenía en cuentas bancarias en el 2012 a 89.000 dólares en julio del 2015.

Maia Sandu se relacionó con el PDLM en el 2014, durante las elecciones parlamentarias, sin quedar claro en aquel entonces si se había adherido o no al partido. El año siguiente, PDLM la propuso como primer ministro, pero luego le retiró el apoyo. Maia Sandu declara su decepción hacia la clase política y en diciembre del 2015 anunció su propio movimiento político – el futuro Partido de Acción y Solidaridad (PAS).

El 31 de agosto, PAS anunció la candidatura de Maia Sandu en las elecciones presidenciales del 30 de octubre, con la promesa de dedicarse en su cargo a empezar “a limpiar la clase política” y a recuperar la independencia de la República, frente a la multitud de partidos controlados por Moscú. A lo largo de este tiempo obtuvo también el apoyo de la Plataforma Dignidad y Verdad (PPDA) y del Partido Liberal Demócrata (PLDM).

La plataforma alegó promesas de combatir la corrupción y “derribar” el sistema oligárquico, llamando al empresario Vlad Plahotniuc “el líder de la corrupción”.

Plahotniuc afirmó este mes en una entrevista que apoyaría a Maia Sandu si ésta lograse acceder a la segunda vuelta y si el candidato del Partido Demócrata (controlado por Plahotniuc), Marian Lupu, no llegase a a acceder. Pero Maia Sandu rechazó el apoyo del empresario y declaró que éste solo pretendía “desacreditarla”.