El trágico incendio en una discoteca de Bucarest que causó 46 muertos ha agotado la paciencia de los rumanos con una clase política que consideran corrupta, pese a la dimisión del Gobierno de centroizquierda el pasado miércoles, publicó el diarioLa Vanguardia, que recoge un análisis de la agencia EFE.

Klaus IohannisFoto: Bogdan Dinca / HotNews.ro

La salida del primer ministro Victor Ponta y su Gobierno no ha calmado los ánimos de una población que cada noche se manifiesta por miles, de forma pacífica, contra una lacra que ha persistido en la Rumanía democrática tras la caída del sistema comunista en 1989.

La corrupción está presente en muchos ámbitos: desde los puestos otorgados a dedo por los políticos en la administración hasta los pequeños sobornos en el sector educativo, la sanidad y la policía a cambio de lograr una mejor atención o pasar por alto una multa, explican los expertos.

Ponta, imputado por varios casos de corrupción, se marchó del poder asegurando que no quería enfrentarse a una población molesta por los indicios de irregularidades en la discoteca Colectiv, donde un incendio el pasado 30 de octubre causó la muerte de 46 personas.

Siga leyendo el artículo.