Hans-Peter Friedrich, ministro de Interior de Alemania, ha dicho recientemente que las autoridades del país van a aumentar los controles de entrada al país para los ciudadanos procedentes de Bulgaria y Rumanía. Según apunta el semanario Der Spiegel, esta es una medida deseada por la mayoría de los ciudadanos alemanes. El ministro se pronunció de este modo en Luxemburgo ante sus homólogos europeos, de los cuales sólo el del Reino Unido, el de Austria y el de Holanda se mostraron de acuerdo con la medida. Friedrich defendió su determinación alegando que la mayoría de los búlgaros y los rumanos llegan a Alemania bajo falsas pretensiones laborales para beneficiarse del Estado del Bienestar germano, informó AFP.

Friedrich es miembro de la CSU, el partido conservador bávaro que gobierna el país junto a la CDU alemana (ambos partidos están considerados como 'primos hermanos', aunque la CSU reviste un tinte algo más conservador) y a los liberales. "Queremos dar a los recién llegados un mensaje: si habéis venido aquí a trabajar ilegalmente os pedimos por favor que regreséis a vuestros lugares de origen".

Berlín se hace así eco del creciente enfado de la población alemana ante lo que parece una llegada masiva de ciudadanos procedentes de estos dos países de Europa del Este gracias a las mafias especializadas en el tráfico humano. La estrategia de muchas de estas personas, una vez pisan suelo alemán y siempre según Friedrich, es obtener una licencia de negocio para, unos meses después, requerir beneficios sociales alegando que la iniciativa ha fallado cuando, en realidad, ni siquiera habrían intentado llevarla a cabo.

Las palabras del ministro alemán fueron respondidas por la comisaria europea de Interior, Cecilia Malström, quien poco después dejaba claro en su cuenta de la red social Twitter que la libertad de movimiento "es un derecho fundamental de la UE que ha traído muchos beneficios" y que la Comisión Europea (CE) "no tiene intención de enmendarlo".

Según dijo Malmström tras el Consejo de ministros del Interior a la prensa, sobre las quejas de Berlín, Viena, Amsterdam y Londres "no existen datos ciertos". Un argumento que replicó el ministro alemán de Interior, Hans-Peter Friedrich, señalando a la comisaria que "solo tiene que pasearse por Alemania para darse cuenta de que el problema es real".