Pese a completar su entrada en la UE hace más de seis años, rumanos y búlgaros se sienten cada vez más “ciudadanos de segunda” de un club de estados que se niegan a concederles los mismos derechos que a sus vecinos. El principal escollo es Schengen, el espacio de libertad de movimiento entre europeos, donde se les deniega la entrada desde su adhesión. Bucarest y Sofia esperaban que Alemania, Holanda y Finlandia levantasen su veto en el Consejo de Interior de la Unión Europea, pero una vez más el “frente del Norte” alegó los problemas de corrupción y crimen organizado que aún no ha sido puesto en coto en estos países, cuenta miradasinternacional.com.

El Consejo, que se propuso dar solución a este tema en diciembre de 2012, ha concluido que, en lo que queda de año, ni Rumanía ni Bulgaria reunirán las condiciones necesarias para entrar en Schengen, aplazando de nuevo el debate a finales de 2013 o principios de 2014. Con esta decisión, rumanos y búlgaros ven frustrados los esfuerzos y las inversiones de choque contra la corrupción y el crimen organizado y sacan definitivamente de su agenda política su adhesión a Schengen.

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